Año CXXXIV
 Nº 49.125
Rosario,
miércoles  23 de
mayo de 2001
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Asentamientos, un escollo para el plan Mitchell

Christian Fuerst

Tel Aviv. - El secretario de Estado norteamericano, Colin Powell, elevó a nivel de programa oficial las recomendaciones del ex senador estadounidense George Mitchell para poner fin al sangriento conflicto palestino-israelí. Sin embargo, aunque los palestinos saludaron casi de manera entusiasta el informe Mitchell y el gobierno israelí lo aceptó -aunque con reservas-, la probabilidad de que sean implementadas las propuestas del exitoso mediador en Irlanda del Norte no es muy alta. El rechazo de Israel a detener por completo la construcción de asentamientos judíos en territorios palestinos podría condenar prematuramente la iniciativa de Mitchell, según todos los analistas políticos.
El primer ministro israelí, Ariel Sharon, y su vicepremier y ministro del Exterior, Shimon Peres, afirman desde hace semanas que ni siquiera consideran la demanda palestina y de la comunidad internacional de acabar con la construcción de asentamientos. Peres hizo todo lo posible para lograr una fórmula diplomática de detención parcial de los asentamientos que pudiera satisfacer al líder palestino Yasser Arafat. El meollo de la propuesta radica en que los asentamientos no serían ampliados "hacia afuera", sino sólo de tal manera que se equilibre el crecimiento "natural" de la población. Además, no se confiscarían más tierras palestinas.

Clavos en el ataúd
A Arafat, de quien expertos tanto israelíes como internacionales hace tiempo que sospechan que ya no tiene el control completo sobre su levantado pueblo, probablemente también estas fórmulas de compromiso le resulten inaceptables. "Los palestinos, eso está claro, van a rechazar todas estas acrobacias, que calificarán de clavos en el ataúd del informe Mitchell", advirtió el diario israelí Yedioth Ajronot.
Sharon, uno de los ideólogos de la política de asentamientos de Israel, se encuentra, debido precisamente a la exigencia de que ponga fin a la expansión de los asentamientos, en un aprieto. Si llega a ceder a la demanda, se arriesga a que los partidos derechistas abandonen inmediatamente su coalición, además de una probable revuelta en su propio partido, el Likud, y la pérdida personal de poder. Y es que tras él está, como siempre, el ex premier Benjamin Netanyahu, que sólo espera una oportunidad para eliminar a su viejo rival.
Si los esfuerzos mediadores de Estados Unidos fracasan por el rechazo israelí, esto podría provocar una ruptura de la gran coalición que mantienen ambos países. Sin embargo, incluso aunque el diplomático enviado por Powell a la región logre un compromiso aceptable en la cuestión de los asentamientos, con ello sólo se habrá quitado uno de los obstáculos del camino aunque, eso sí, uno de los grandes. Y es que resulta completamente incierto si Arafat logrará imponer el alto el fuego exigido también por Mitchell, al igual que detener de nuevo a los varios cientos de condenados y potenciales terroristas que liberó el pasado octubre, tras un ataque israelí con misiles.


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