Año CXXXIV
 Nº 49.122
Rosario,
domingo  20 de
mayo de 2001
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Asesinato en Rufino
Reportaje a los tutores de Franco Fraticelli
Sostienen que los Fraticelli fueron víctimas de la animosidad de funcionarios judiciales y policías locales

Rufino (enviada especial).- Rosa de Contreras abre la puerta de su taller de costura con un gesto de desconfianza. Enseguida explica por qué: "El periodismo nos destruyó. Nos hizo mucho mal". Tiene 57 años y junto a su marido Félix Contreras, un jubilado municipal de 64, está a cargo de la tutela de Franco Fraticelli, el hijo de 18 años del matrimonio detenido en Melincué por el crimen de su hija Natalia. Son el vínculo más estrecho que tienen el ex juez y su esposa en Rufino. Los ayudan con todo lo que necesiten puertas afuera de la cárcel y quieren que se sepa por qué están convencidos de que los Fraticelli son inocentes: "Ellos no la mataron. Son inocentes y están detenidos sin ninguna prueba. En esa casa hubo una desgracia que aprovechó muy bien el poder político y judicial", asegura Rosa.
La íntima relación que une a los Contreras con los Fraticelli se percibe en cada habitación de su casa. En el taller de costura hay un pinchapapeles poblado de fotos de cuando Natalia y Franco eran chiquitos. A la bandeja de cerámica que adorna la mesa del comedor la hizo Graciela Dieser con sus propias manos y se la regaló a Rosa en una de sus visitas al penal. "¿A vos te parece que estas manos pueden matar?", pregunta Rosa.
"Los padres de Franco nos confiaron su cuidado y lo ayudamos en todo lo que podemos", continúa la mujer. Como para dar crédito a sus palabras, la entrevista se interrumpe cuando el hijo adoptivo de los Fraticelli entra a la vivienda. Tiene un problema con el auto y busca a Félix. Saluda a los periodistas sin saber que son los mismos que minutos antes tocaron el timbre en la casa de San Juan 340, donde ahora vive junto a su novia, y Clara Abril, la beba de ambos de 4 meses. Entonces, se había excusado: "Por favor. Estoy disfrutando de un buen momento con mi hija".
Cuando Franco se va, Rosa lo elogia: "Es un nene muy dulce, siempre llega y se va con un beso. Sufrió mucho, pobrecito". Desde que terminó la secundaria trabaja en un telecentro y estudia abogacía -aunque hubiera preferido seguir medicina- en la sede local de la Facultad de Lomas de Zamora.

Dudas sobre la investigación
"Todo lo que te puedo decir es que ellos no la mataron", lanza Rosa. "El problema es que el juez (Carlos Risso) prejuzgó, por eso la defensa siempre pidió un tribunal neutral. Están detenidos sin pruebas. Sólo se los acusa de haber dormido en la casa donde apareció muerta la nena, pero eso no quiere decir que la hayan matado. Es una locura pensar que se pusieron de acuerdo para matar a la hija", agrega.
Rosa no quiere admitirlo en voz alta, pero piensa, como todos los que apoyan a Fraticelli, que existió animosidad de la policía y el Poder Judicial local para imputarlos en el crimen. Los amigos íntimos del ex juez sustentan esa hipótesis en varios indicios: \* Aseguran que jamás se investigó qué pasó con el dinero que faltó de la habitación donde murió Natalia. Para Risso, esto formó parte del armado de la escena del crimen, pero ellos sostienen que el robo existió y que "no fue de 2 mil pesos sino de 19 mil".
* Dicen que los funcionarios del Poder Judicial allegados a Fraticelli pintaron una tortuosa intimidad familiar para imputarlo y luego se alejaron de él.
* Consideran que el juez Carlos Risso y la fiscal Graciela Mastrocésare tendrían que excusarse porque conocían a Fraticelli.
* Cuestionan que la investigación se centró en la hipótesis del filicidio y no siguió otras pistas.
Sin embargo, los defensores del ex juez no creen que haya existido un complot para hundirlo sino que se trató de algo accidental: "Ahí adentro hubo una desgracia y un problema familiar que les vino bárbaro", plantea Rosa.
-¿Quién se beneficiaba con la destitución de Fraticelli? \-Era un juez muy honrado y no lo podían comprar. Es todo lo que puedo decir.
-¿Cómo conocieron al matrimonio Fraticelli? \ -Fue en el año 1983. Ellos vivían a la vuelta de esta casa. Graciela se acercó a mí por el taller de costura. Cosía muy bien. Es muy habilidosa. A la Naty la tenía siempre muy bien vestida. Hubo una época en la que cosió mucho, pero después del accidente de tránsito el brazo no le quedó muy bien.
Suena el teléfono y el relato de Rosa se vuelve a interrumpir. Es Graciela Dieser, que llama desde la cárcel de Melincué. Está llorando. Dice que ya no puede más y que apenas prueba bocado. Rosa le ruega que no encienda el televisor y le da ánimos: "Tenés que ser fuerte, Graciela. Ahora más que nunca. No les des el gusto. Tratá de tomar líquido porque te vas a deshidratar, te van a llevar a Venado Tuerto y ahí va a ser peor para todos". Le asegura que esta noche dormirá en casa de Franco y que el domingo irán a visitarlos.
Cuando corta la comunicación, Rosa también llora. "Graciela está muy mal. Es la imagen del dolor. A esta familia la destruyeron, se ensañaron con ellos". Félix coincide con su esposa: "Yo no sé porqué no sale la verdad ni hay nadie que la busque. Si estas personas quedaran sentenciadas, sería un error muy grande".


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