Año CXXXIV
 Nº 49.122
Rosario,
domingo  20 de
mayo de 2001
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Una comunidad dividida y con pocas esperanzas de encontrar la verdad
Rufino, a un año del asesinato de Natalia Fraticelli
Los vecinos de la ciudad tienen distintas versiones sobre las oscuras circunstancias en que murió la hija del ex juez de instrucción Carlos Fraticelli. Apenas una minoría confía en que el caso pueda ser esclarecido

María Laura Cicerchia

Rufino (enviada especial).- Rufino recobró la calma. La quietud que tiñe hoy a esta localidad de 18 mil habitantes contrasta con la agitación que se vivió aquí un año atrás, cuando el crimen de la hija de 15 años del juez Carlos Fraticelli se convirtió en noticia. Apenas queda el recuerdo del enjambre de periodistas que invadió sus calles. Salvo los padres de la adolescente -procesados como autores del crimen- aquellos que en algún momento fueron protagonistas del caso regresaron a su vida anónima, lejos de los flashes y las cámaras de televisión. A un año de la muerte de Natalia, todo volvió a ser como antes, aunque algo cambió para siempre: el caso Fraticelli es y será tema obligado de conversación en negocios, veredas y bares; cada ciudadano tendrá su opinión formada y quizás nunca terminen de cerrarse las grietas que abrió el hecho en la comunidad rufinense.
Hoy Rufino recordará a Natalia en una misa que se celebrará a las 19 en la parroquia Santísima Trinidad, a pedido de su hermano Franco. También se hará una marcha hacia el cementerio en reclamo de justicia. Un concepto que, en labios de los rufinenses, suele sonar entre signos de interrogación: son muchos los habitantes de esta ciudad que siguen sin creer en la investigación judicial, cuyos únicos acusados son los padres de la chica. El destituido juez Carlos Fraticelli y su mujer, Graciela Dieser, fueron procesados por homicidio calificado por el vínculo y la alevosía y permanecen detenidos en la cárcel de Melincué.
Los rufinenses aseguran que los resultados dispares de las autopsias y pericias -algunas dictaminaron estrangulamiento y otras suicidio por sobredosis- contribuyeron a sembrar la incertidumbre entre los vecinos. "Nunca se va a saber la verdad", sentencian los más escépticos.
La semana pasada, una pericia de la Corte Suprema de Justicia de la Nación confirmó que la chica fue estrangulada por la espalda y que no murió por una intoxicación con medicamentos.
Aún así, la mayoría se resiste a creer que Carlos y Graciela hayan comprimido el cuello de la adolescente hasta asfixiarla. "Cuesta creer que hayan sido ellos. El padre era un juez. Si la nena les molestaba la habrían mandado a un internado", opina la dueña de un locutorio que conversa con una clienta. La opinión es compartida por más de un vecino, aunque suelen defender más la inocencia del juez que la de su esposa. "Ella no habló nunca. Algo debe tener para esconder", fundamentan.
Sin embargo, a un año del crimen la opinión de los rufinenses no es monolítica. Se terminaron las marchas y movilizaciones en apoyo al juez cuestionado. Y si bien predominan los que descreen del filicidio, las posiciones son heterogéneas. Muchos dudan. Otros piensan que nunca se sabrá la verdad. No son pocos los que siguen alentando la hipótesis de una tercera persona. Los menos, están convencidos de que la culpabilidad de los padres. Pero todos siguen con el mismo énfasis las noticias del caso y comparten la misma reticencia a la hora de dar su opinión. Bajan la mirada y explican: tomar partido puede traer complicaciones.
"Esto creó muchas diferencias. Dividió mucho a la comunidad y eso se nota en el pensamiento de la gente. Se inventaron muchas historias, se dijeron cosas que no son ciertas y esto hace que la gente tenga sus reparos al hablar del tema", explica una docente de 41 años.
A los rufinenses les molesta que la imagen de la ciudad haya quedado emparentada al caso Fraticelli. Y esbozan una mueca de fastidio al hablar de los medios de comunicación de Buenos Aires: "Vinieron los primeros meses y después se olvidaron de nosotros. Hoy tenemos un problema mucho más urgente, la inundación de la laguna La Picasa, pero de eso no se ocupan", señala un empleado municipal de 45 años.
Mientras tanto, las personas que en ese entonces concentraron las miradas del país por estar vinculadas a la causa, hoy siguen viviendo y trabajando en Rufino. Es el caso de Víctor Pautasso (amigo del matrimonio Fraticelli y primer juez de la causa), su esposa Bibiana (madrina de Natalia), Cristina Herrera, la ex secretaria de Fraticelli y el fiscal Tomás Orso. Todos se niegan a hablar con la prensa.
Frente a la escuela técnica Nº 286, donde estudiaba Natalia, crece el rosal que plantaron para recordarla sus amigas del curso de peluquería. Ellas ya se graduaron y ahora las alumnas son otras. Elida Burgos, la profesora de Natalia, la recuerda como "una alumna muy buena y solidaria", pero prefiere no hacer comentarios "para no tener problemas con nadie".
En los muros del colegio alguien pintó dos inscripciones con aerosol negro: "Justicia por Natalia" y "Fraticelli asesino". Las mismas leyendas se leen en otros rincones de la ciudad.
Mientras tanto, los vecinos siguen visitando con frecuencia la tumba de Natalia. Incluso los viajeros y visitantes que llegan a Rufino van al cementerio y preguntan dónde está Natalia. Los que van más a menudo son su hermano Franco y sus amigas, que colocaron una placa: "Caminante no hagas ruido, que Natalia no se ha muerto. Solamente se ha dormido en los brazos del señor", se lee frente al panteón, en el que nunca faltan flores.x



El rosal plantado en recuerdo de Natalia sigue creciendo.
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