Juan Carlos Saravia, estandarte del conjunto, amenizó la noche con muchas y jugosas intervenciones que lo mostraron dueño de una chispeante personalidad que no perdió el humor a pesar de los años. Desde su tonada salteña hasta la picardía a la hora de narrar anécdotas, Saravia se mostró como el mismo de siempre: el alma mater que conduce los espectáculos por los caminos de las historias chicas que abonan la historia grande. En el abundante repertorio ofrecido por el cuarteto también estuvo la "Zambita del musiquero", que Los Chalcha cantaron con un ímpetu que los muestra como artistas plenos, y "Plaza 9 de Julio", un vals evocativo que es un hermoso fresco que ilustra la vida de los jóvenes en una ciudad de provincia en la década del 40. El público ya sumergido en las aguas de los recuerdos exigió más y así llegaron el chamamé "Sargento Cabral" y "La nochera"; la nueva "Zamba del adiós", "Cochero e'plaza" y "Luna cautiva". El segundo popurrí incluyó mitades de las "Zamba del regreso" y "Zambita de allá". La cuota curiosa llegó con "Chacai manta" tocada a cuatro bombos y zapateada por los músicos en un amago de final que no fue.
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