Año CXXXIV
 Nº 49.095
Rosario,
domingo  22 de
abril de 2001
Min 8º
Máx 22º
 
La Ciudad
La Región
Política
Economía
Opinión
El País
Sociedad
El Mundo
Policiales
Escenario
Ovación
Suplementos
Servicios
Archivo
La Empresa
Portada


Desarrollado por Soluciones Punto Com






Una pinturita

Había muchos cafés en los alrededores del Mercado Central donde hoy está el predio del Centro Cultural Bernardino Rivadavia, o sea en la plaza Montenegro.
Lo mismo sucedía en las adyacencias del Mercado Modelo que estaba en Oroño entre Jujuy y Brown, donde la joyita sigue siendo el café del siglo pasado llamado "Victoria" que fuera de Juan El Sucio y La Blanca Rosa en la época prostibularia de la Sección 4ª.
En los años 40 se encontraban los cafés por todos lados y a cada paso, como en los tiempos de Irigoyen.
Cada barrio tenía, además de los existentes, su café preferido, como "La Capilla", de Avellaneda y Mendoza, o los de San Martín y Ayolas o los de la Avenida Pellegrini o aquel de Chacabuco y Mendoza. o los de San Martín y Ayolas o los de la Avenida Pellegrini o aquel de Chacabuco y Mendoza.
En una oportunidad se nos dio por escribir una semblanza de los boliches de barrio, que transcribimos fragmentariamente:
"Hoy pintaré un bolichón
que aún está en el barrio aquel
donde yo hacía el papel
de florido mocetón
los clientes del bodegón
eran puntos del trapiche
asociaos con el espiche
y bandeaos a sotavento
escúchenme que no es cuento
lo que era aquel boliche.
Mesas, sillas, dos ventanas
piso e'madera sin briyo
limpiao a puro cepiyo
y al agua de palangana;
bordalesas, algún cana
apurando su guindao
mientras que refucilao
un curda con su tristeza
está acodao a una mesa
solo, mufa y olvidao.
Desde una paré Oscar Pita
en pose de boxeador
va mirando alrededor
por si alguien lo necesita;
hay una vara marchita
adornando a un San José,
y para que contenta esté
la clientela en general
dos cuadro: Ñuls y Central
y un mapa de Santa Fe.
El pico de la canilla
en el estaño goteando
lentamente va lavando
el resto de una vajiya;
estirao en una siya
se encuentra durmiendo el gato
como pa pasar el rato
mientras colgados de un gancho
los jamones de algún chancho
parecen un garabato.
Cuando atardece, el esplín
cayao que dentra a tayar
se confunde en el lugar
con el olor a aserrín,
desde los techos de zinc
va bajando la humedá
y en aquella soledá
las boteyas hacen cola
encima de la consola
y no es por casualidá.


Notas relacionadas
Memoria de boliches y cafés rosarinos
De lecherías a Pichincha
Diario La Capital todos los derechos reservados