Arribeños (Enviados especiales).- El temor y el caos se apoderaron ayer de esta pequeña localidad bonaerense cuando un camión que transportaba ácido clorhídrico chocó y derramó parte de la carga, generando una nube tóxica. A raíz del accidente se debió evacuar a la mayoría de sus 3.200 pobladores hacia otras localidades de la zona. Lo que pudo ser una tragedia -este ácido es altamente tóxico al entrar en contacto con el aire- no pasó de ser un enorme susto, ya que la nube y el derrame pudieron ser controlados pasado el mediodía, por lo cual sobre las 15 los vecinos comenzaron a retornar a un pueblo que estuvo vacío durante toda la mañana. Arribeños está ubicado a 240 kilómetros de Rosario, en el partido de General Arenales, en el extremo norte bonaerense, a veinte kilómetros de Teodelina, ciudad santafesina que también se conmocionó al recibir el aluvión de evacuados sobre las 9 de la mañana. Algunos debieron ser asistidos por molestias leves en diversos efectores de la zona, aunque nadie debió ser hospitalizado por problemas graves. El accidente ocurrió el martes alrededor de las 23, a tres kilómetros del pueblo, sobre la ruta 65. Un camión que transportaba tres cisternas con 21 toneladas de ácido clorhídrico embistió a otro que llevaba cereales y que circulaba a baja velocidad. La colisión provocó la rajadura en uno de los tanques y el derrame de aproximadamente siete mil kilos del ácido, que al entrar en contacto con el agua de las cunetas formó la nube tóxica. La policía y los bomberos de Arribeños comenzaron de inmediato las tareas de control del derrame y posteriormente se comenzó un operativo de evacuación con camiones, colectivos y utilitarios de todo tipo. Esto no quitó que muchísima gente, alertada del suceso y muy asustada, tomara algunas pocas pertenencias y dejara el pueblo en vehículos particulares. Se estima que en tres horas más de 2.000 personas abandonaron el pueblo en dirección a Teodelina -al norte- y a la localidad cabecera del partido, General Arenales, quince kilómetros al sur de Arribeños. El delegado municipal de Arribeños, Juan Julio Giangiacomi, señaló que el éxodo se realizó como una medida preventiva. "El susto fue tremendo, pero por suerte no hubo intoxicados ni heridos graves, sólo algunas personas con molestias y miedo. Pero al momento de ocurrir el hecho, lo más atinado fue evacuar a la población; si el viento formaba una nube sobre el pueblo podría haber sido peligroso", dijo sobre el mediodía, cuando no había más de 500 personas en el pueblo. Mientras la gente huía, comenzaban las tareas de control del derrame. Dotaciones de bomberos de Arribeños y Teodelina se unieron a una brigada especializada de Mercedes y a la policía bonaerense en un trabajo que consistió básicamente en evitar más derrames, frenar su dispersión a través de las zanjas al costado de la ruta y trasvasar el líquido a otro tanque. En ese marco fueron cortadas las rutas 65, desde su rotonda con la ruta 50 en General Arenales hasta Arribeños, y la ruta 94, desde su intersección con ruta 8 en Teodelina hasta Arribeños. Si bien la nube nunca avanzó sobre el pueblo -llegó a estar muy cerca de la zona sur- se temió que el viento la llevara allí. También circularon versiones sobre su desplazamiento hacia Teodelina, pero tampoco sucedió. Esto significa que además de la rápida respuesta de los bomberos también ayudaron las condiciones climáticas para que el problema no pasara a mayores. En Teodelina se prepararon para recibir a unas 600 personas en los clubes Teodelina y Racing, en la Sociedad Española, la parroquia y los bomberos voluntarios. También estuvieron disponibles las aulas de las tres escuelas del pueblo por si hacía falta. Pero pasado el mediodía los evacuados supieron que ya estaban dadas las condiciones para regresar, para lo cual la ruta 65 se abrió pero sólo para ellos. Según Giangiacomi, para ese momento sólo había "un vaporcito" en el sector el accidente. "La nube nunca se desplazó demasiado, hay una pequeña niebla por el vapor que sigue emanando. Pero por suerte ya está todo controlado", señaló. A media tarde, Arribeños, casi un pueblo fantasma durante toda la mañana, estaba recuperando su fisonomía habitual.
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