 |  | cartas Injusto e inoportuno
 | El 10 de marzo falleció mi abuela. La empresa de servicios fúnebres nos informó que el cementerio donde se llevaría a cabo el sepelio -en el cual habíamos comprado una parcela con ese fin- cobraría una suma aproximada a los $300, "para abrir la parcela". La noticia nos tomó por sorpresa y decidimos requerir informes sobre esa imposición. Durante el velatorio, por la noche se hizo presente una persona que se identificó como representante del Cementerio Parque de la Eternidad de Granadero Baigorria, expresando que para proceder a la inhumación, había que pagar previamente la suma de $400, caso contrario no se procedería a abrir la parcela ni se permitiría hacerlo por otras personas. Cortesmente nos invitó a hablar de números y de planes de financiación, como si estuviéramos en un local comercial discutiendo el precio de un automotor. Nos negamos por considerarlo inoportuno y le requerimos tuviese la parcela en condiciones para la inhumación. Al día siguiente llegó el cortejo a la hora establecida, y el señor que se identificó como Pablo Mendoza -el mismo con el que hablamos el día anterior- dio instrucciones al personal del Cementerio para no permitir el acceso. En ese momento, el reclamo había a aumentado a $525, imponiéndose una placa de bronce y un florerito. El siempre sonriente señor Mendoza se negó a permitir el ingreso a toda la gente que aguardaba bajo la lluvia hasta que no estuviera el contrato suscripto. Como es de imaginar también se negó a exhibir la documentación que avalaba su postura. Concluido el trámite, y luego de una hora, autorizó la apertura de las rejas. Debo aclarar que dicho cementerio privado, tampoco cumplió con la prestación a su cago, ya que el ataúd fue dejado en una suerte de depósito, procediéndose a la inhumación propiamente dicha al día siguiente. Sintetizando, el representante del cementerio Parque se aprovechó de la situación sin dejar de sonreír ni de hacer comentarios por demás de inoportunos. En momentos tan dramáticos es poco factible que uno pueda actuar fríamente y termine por acceder a los requerimiento de personas deshumanizadas que sacan beneficio propio en este tipo de situaciones. Lo más probable es que se firme cualquier cosa con tal de terminar con una situación por demás de desagradable. El riesgo de estos contratos de adhesión es que una de las partes, como sucede tan a menudo, abuse del estado de necesidad del otro co-contratante. Nora Tamagno de Hourcade
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