De golpe la noche se sintió más fuerte y se escucharon tiros por todos lados. La gente corrió desorientada. Al menos cien efectivos de la Guardia de Infantería cargaron contra un remisero de Villa Gobernador Gálvez que resistió durante casi cuatro horas que le incautaran su coche. La esquina de Corrientes y Gálvez fue testigo de un hecho que comenzó siendo un operativo de rutina para terminar en una represión violenta sobre unos 30 choferes que junto a sus móviles formaron un escudo para proteger a Carlos García, de 27 años. Hubo heridos y al menos una docena de detenidos, entre ellos el dueño de la empresa Cinco Estrellas, Luis Angel Bassi.
No alcanzaron las casi cuatro horas de estar encerrado dentro de su coche, ni el escudo de vehículos y gente que se armó para evitar la carga de la Guardia de Infantería. Tampoco el Himno Nacional cantado, en varias oportunidades, por los remiseros.
El comienzo
Cerca de las 19, Carlos García transitaba calle Corrientes con dos pasajeros desde Lucero al 400 con destino a San Lorenzo y Corrientes. Uno iba a adelante y el otro atrás. El Ford Orion patente BBD916, que trabaja para la empresa Cinco Estrellas de Villa Gobernador Gálvez, fue interceptado por un inspector de tránsito, quien primero preguntó a los ocupantes si eran familiares entre sí. Los pasajeros dudaron y decidieron bajar. "Les pedí que me dejen laburar". Rápido de reflejos el conductor se encerró en su automóvil y se negó a descender. "Les dije que la multa iba a ser grosa y que no la iba a poder pagar". Después mostró los datos del auto y el carné de cuarta (servicios públicos). "Ellos decían que no hiciera lío", dijo García cuando todavía no imaginaba la terrible noche que se avecinaba.
Luego, llamó por radio a sus compañeros, quienes llegaron al lugar en sus remises.
La idea era impedir a toda costa la remisión del auto al corralón. "Con esto ya lo logramos tres veces", se jactaba una mujer remisera.
El titular de la empresa, Luis Angel Bassi, estimó que en el lugar se habían convocado cerca de 100 remiseros. Con el tiempo no quedaron más de 30.
En cambio, fue incrementándose la presencia policial. Cerca de las 20, había unos 12 patrulleros y otras tantas motos, además de una grúa de Tránsito ubicada en la esquina de Corrientes y 27 de Febrero.
La policía, al mando del jefe del Comando Radioeléctrico, Jorge Martínez, acompañado por autoridades de la comisaría 5ª, solicitó en más de una oportunidad que el conductor abandonara el auto, pero sus compañeros no lo permitían. Es más, comenzaban a vociferar que no lo harían y se acordonaban alrededor del Orion cantando el Himno Nacional.
A las 20.30, llegó la orden judicial de allanamiento y arresto que tampoco quisieron aceptar. "Toda la policía está acá y en la cancha de Central, dijo un vecino que no podía creer el impresionante operativo montado. "Si llegan a robar en otro lado, no va a haber nadie", agregó. Así las cosas, desde los uniformados se supo que se estaba aguardando la presencia de Infantería que iba a arribar una vez finalizado el partido.
El ambiente se tornó más tenso. Oficiales del Comando leyeron la orden judicial, emitida por Horacio Benvenutto, en tres oportunidades y se instó a que la gente (entre ellos mujeres y niños) depusiera su actitud, pero ni la lluvia podía hacerle cambiar su parecer.
De golpe, a las 22.45, apareció un centenar de efectivos de la Guardia de Infantería con cascos, escudos, Itakas, escopetas y palos. Venían desde calle Gálvez y la emprendieron contra la gente ubicada alrededor del auto. Empezaron a empujar con fuerza y golpear a todo el mundo, incluidos mujeres y chicos. Cuando la gente comenzó a dispersarse comenzó un tiroteo con cartuchos antitumulto. Fue un descontrol.
Las personas corrían y la policía siguió avanzando hasta cruzar el bulevar. Llantos y gritos no cesaban de escucharse entre los disparos que parecían interminables. Una represión absoluta y directa.
"Fue una locura"
"Fue una locura. Nosotros lo único que queremos es trabajar", reclamó masticando bronca el hijo del dueño de la empresa de remises. Aseguró que anoche al menos once personas, entre hombres y mujeres, quedaron detenidos en la comisaría 5ª. "Hay muchos que están golpeados. Es terrible", se alarmó luego de decir que tanto él como su propio hijo de dos años recibieron el impacto de la carga policial.
La delgada línea que separa a Villa Gobernador Gálvez de Rosario se estrecha cada vez más cuando la cruza un remís. Las disputas son moneda corriente en la zona sur de la ciudad y el tema siempre es seguido de cerca no sólo por los agentes de tránsito, sino por los propios remiseros habilitados en Rosario que no le pierden pisada a los coches sospechosos. Anoche la delgada línea se diluyó a los bastonazos.