Año CXXXIV
 Nº 49.078
Rosario,
jueves  05 de
abril de 2001
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Condenado a diez años de prisión por asesinar a un hincha de Boca
La pena fue impuesta a un custodio. El crimen ocurrió en el Gran Buenos Aires

Buenos Aires.- Un vigilador privado fue condenado a diez años de prisión por un tribunal oral de Morón que lo encontró culpable de haber baleado en el cuello al hincha de Boca Juniors Ramón Antonio Santillán, en la localidad bonaerense de William Morris, en 1999.
Si bien el tribunal oral número 4 de Morón le impuso una pena de diez años al custodio Juan Sebastián Acosta por el homicidio simple de Santillán, el acusado seguirá bajo el arresto domiciliario que los mismos jueces le otorgaron tiempo atrás, aunque no se descarta que esa condición de trato especial sea revocada en los próximos días.
Acosta es el hombre que el 6 de junio de 1999 gatilló su arma desde un vagón del ex ferrocarril San Martín y asesinó a Santillán, alias Sugus, quien volvía con un grupo de amigos de asistir a un partido de fútbol entre Boca e Independiente.
"En un primer momento los jueces creyeron que se trataba de un homicidio con importantes atenuantes pero, a lo largo del proceso, comprendieron la criminalidad del hecho, por lo que no descarto que sea revocado el beneficio de la prisión domiciliaria", opinó el abogado de la familia de la víctima Héctor Lufrano.
El tribunal, integrado por los jueces Pedro Rodríguez, Carlos Torti y Rodolfo Castañares, desestimó el planteo de la defensa del acusado sobre su presunta inimputabilidad y también rechazó el argumento de que el vigilador actuó en legítima defensa.
Los magistrados entendieron que "no pudo acreditarse una agresión ilegítima" contra Acosta y, si bien aceptaron que en el tren se vivió una "situación tensa", consideraron que "el acto de defensa del custodio resultó innecesario y excesivo".
El fiscal de juicio Bernardo Kipper había solicitado 12 años de prisión para el vigilador pero los jueces lo condenaron a diez después de tener en cuenta el atenuante de que el acusado carecía de condenas anteriores.
Para el tribunal, sin embargo, Acosta comprendía "la criminalidad de su acción" y era consciente del "poder destructivo del proyectil que cargó en su arma", una bala hueca que al impactar en un blanco humano destruye los órganos que toca, según indicaron peritos forenses.
Además, para los magistrados la ausencia de extrema peligrosidad durante los incidentes que ocurrieron en el tren quedó acreditada en el registro de llamadas de radio de los custodios, en el que no se halló comunicación de alerta.
En la elección de la condena los jueces tuvieron en cuenta también los dichos de 17 testigos, la propia declaración del imputado -modificada en tres oportunidades-, los análisis que demostraron que la víctima no había consumido alcohol ni drogas y el uso clandestino de armas por parte de los vigiladores durante su labor.
Según quedó constatado en el juicio, la empresa concesionaria de ese ramal ferroviario Metropolitano contrata a custodios privados de la empresa Suat pero no exige el uso de armas. En su declaración, Acosta aseguró que la firma "sabía perfectamente" que los custodios llevan armas, algo que no figura en el contrato.
Durante la lectura de los argumentos del fallo condenatorio, Acosta miró fijo a cada uno de los jueces y mantuvo sus manos entrelazadas y, poco después de escuchar la sentencia y antes de retirarse de la sala, sólo atinó a decirle a la prensa que le enviaba sus "condolencias" a la familia Santillán.
Sin embargo, para Lilia Saavedra, mamá del joven que tenía 21 años cuando fue asesinado, Acosta "jamás se mostró arrepentido", por eso "hubiera preferido la pena máxima", aunque consideró "que ya es un logro saber que la Justicia está funcionando" y que su hijo "va a descansar en paz".
Al finalizar el juicio, Acosta fue trasladado en un móvil del Servicio Penitenciario bonaerense que, al abandonar la sede judicial, fue perseguido algunos metros por amigos de Santillán que intentaron arrojarle botellas y gritaron "asesino".


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