A Schumacher parece que no hay con qué darle. Y no sólo porque en Malasia ganó su sexta carrera consecutiva y la segunda del campeonato mundial 2001, sino porque sorteó cada una de las circunstancias adversas en la que estuvo involucrado con la típica suerte del campeón. Pudo terminar contra los guard-rail, pudo perder una vuelta en relación a la punta, pero ganó como lo hacen los grandes de verdad, que además cuentan con la indispensable lucidez para tomar decisiones fundamentales en momentos clave. La primera de sus decisiones determinantes la tomó antes de dirigirse a la grilla de partida, cuando notó que su auto titular tenía una pequeña pérdida de aceite a la altura del motor. Eso movilizó al alemán a elegir el muletto, tanto o más veloz y confiable que aquel. Schumy largó muy bien y tomó la punta desde el vamos pero cuando en la vuelta 3 un aguacero tropical inundó el circuito, se fue al pasto, pasó por la leca y por poco choca contra las protecciones, y retornó en el 11º lugar sin ningún rasguño en su Ferrari. Curiosamente, Barrichello lo siguió en su camino por las adyacencias del circuito y casi toca a su compañero, pero pudo evitarlo y retornó 10º. Ese fue el primer golpe de fortuna para Schumacher y Ferrari. El segundo ocurrió cuando ambos entraron a la vez en boxes a cambiar los neumáticos porque no se podía seguir con las gomas sin dibujo. El brasileño paró antes pero, como los mecánicos de Ferrari esperaban que entrase primero el alemán, debieron buscar el caucho para Rubinho y se les extravió el delantero izquierdo. Esa operación duró casi un minuto, con la inusitada imagen del campeón del mundo esperando turno. Pero el alemán aprovechó la contingencia para decidir en ese momento cambiar y en vez de que le calcen gomas para lluvia, se decidió por el dibujo intermedio que al final le permitió sacar ventajas cuando volvió a pista, ya que al rato salió el sol y la pista empezó a secarse. Cuando Schumy volvió a pista estaba a casi un minuto del líder, el escocés David Coulthard, pero la salida del auto de seguridad le permitió achicar la diferencia rápidamente pese a quedar nuevamente en 11ª posición (en ese entonces Mazzacane _cuya carrera siempre se comenta aparte porque nunca es protagonista_ era 9º). Cuando el safety car dejó la pista en la vuelta 10º, Schumacher inició una escalada incontrolable, demostrando que es sin dudas el mejor piloto de la Fórmula 1, porque cada vez que un Gran Premio se disputa en condiciones extremas el alemán saca diferencias. Cuando Schumacher paró nuevamente en boxes, ya llevaba una ventaja indescontable sobre su compañero de equipo Barrichello, quien también arremetió hacia adelante tras aquel momento caótico del comienzo, que cobró varias víctimas, como el irlandés Eddie Irvine (Jaguar), el colombiano Juan Pablo Montoya (Williams BMW), el brasileño Enrique Bernoldi (Arrows), el alemán Nick Heidfeld (Sauber Petronas) y el canadiense Jacques Villeneuve (BAR Honda). Con anterioridad habían desertado el finlandés Kimi Raikkonen (Sauber Petronas) y el francés Olivier Panis, por rotura del motor de su BAR Honda, mientras que luego lo hizo el italiano Giancarlo Fisichella (Benetton). Luego del recambio normal en los boxes después de la mitad de carrera, Barrichello quedó adelante de Coulthard y lo mantuvo a raya hasta el final, invirtiendo así las posiciones de la primera carrera de Melbourne y cosechando al igual que el escocés 10 puntos en el campeonato, exactamente la mitad de los de Schumacher, quien este año parece no tener ni siquiera la sombra de Mika Hakkinen. En efecto, el finlandés realizó una carrera mediocre y ni siquiera su escalada hacia el primer punto del año ocultó un trabajo opaco, ya que ni siquiera pudo superar a Ralf Schumacher, cuando se notaba que su McLaren era superior al Williams y el circuito de Sepang tiene varios tramos largos como para intentar el sorpasso. La carrera de Malasia acentuó la sensación de que la Fórmula 1 marcha hacia un peligroso camino de monopolio de Schumacher y Ferrari, que ninguno parece poder enfrentar. Muchos hablan ya de supuestas irregularidades en las máquinas rojas pero hasta ahora pasaron todos los controles y el campeón del mundo sigue demostrando que está en perfecta concordancia con su auto, nunca tan superior al resto como ahora.
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