Año CXXXIV
 Nº 49.061
Rosario,
lunes  19 de
marzo de 2001
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La gente mantiene la costumbre de reunirse a charlar al atardecer
Arroyito, un barrio entre el Ludueña y el prócer
Urquiza fue dueño de parte de sus tierras. El río invita a las actividades náuticas y la avenida atrae con sus bares

Pablo R. Procopio

Un arroyo pequeño. Ese es el leit motiv del barrio Lisandro de la Torre, más conocido como Arroyito. Su historia se remonta al siglo XIX y refiere al general Justo José de Urquiza como uno de los dueños de las tierras de esa zona. El agua es un elemento siempre presente: las inundaciones fueron una pesadilla durante años, aunque, paradójicamente, mojarse en las playas también produce momentos felices a los habitantes de un sector de la ciudad, canalla por excelencia.
El barrio fue creciendo y la avenida Alberdi se convirtió en el centro comercial de la zona. Allí se mezclan, durante el día, la actividad comercial y la bancaria, y al llegar la noche sus bares y pizzerías atraen a los vecinos. Se cuenta que un boliche emplazado donde actualmente está el hotel Mayoral (Alberdi y Génova) fue el primero en la ciudad que impuso la dupla "chucrut con cerveza". Un alemán era su dueño. "Los bares (como la recordada pizzería del gordo Battilana) parecen reflotar como lugares de encuentro", dice Alicia Raymond, la presidenta de la vecinal Lisandro de la Torre.
La avenida es la cara más visible de Arroyito, especialmente desde la década del 90, cuando se inauguró su remodelación. Por entonces el proyecto de reciclado incorporó algo novedoso: dársenas para que los automovilistas puedan estacionar sus vehículos como una forma de atraer clientes hacia los comercios de la zona.
Pero uno de los tesoros que tiene este barrio aparece cuando se lo recorre: cortadas y callecitas arboladas que se convierten en la extensión de los patios de los vecinos.
Las casas subsisten al paso del tiempo. Son lindas y pintorescas, de clase media. Por las calles angostas, las mujeres no pierden oportunidad de salir a tomar mate a la vereda ni bien empieza a caer la tarde.
Hoy el barrio está conformado, en gran parte, por gente mayor que tiempo atrás trabajó como personal ferroviario, de Agua y Energía (en la actual usina Sorrento), y textil (en la fábrica Estexa). Sin embargo, muchas de sus casas son buscadas por matrimonios jóvenes que intentan que sus hijos crezcan jugando en calles arboladas.
Los clubes del barrio merecen un párrafo aparte: lograron una importancia de nivel nacional. El Club Atlético Rosario Central copó la zona con el Gigante de Arroyito, el estadio inaugurado para disputar el Mundial 78. El barrio se tiñe de azul y amarillo cada vez que juega en su cancha el equipo local.
Pero no todo es fútbol. El río también marca su impronta y no faltan los clubes como el Náutico Sportivo Avellaneda o Regatas.A su ventaja por la cercanía con el río se suma la de sus espacios verdes. El Parque Alem es la cita obligada cuando llega el fin de semana. El lugar no sólo atrae por sus jardines, sino también por el centro cultural que funciona allí. Sus salas sirven para montar exposiciones y recitales pero también para que se dicten innumerables talleres.
Por estos días los habitantes de Arroyito siguen con expectativa la construcción de un shopping que estará ubicado donde funcionó la fábrica Estexa. Estiman que el complejo comercial y de entretenimiento se inaugurará a mediados de este año.
La gente del barrio no olvida las inundaciones, por eso siempre sigue de cerca las crecidas del Ludueña y espera confiada que se concreten las obras de canalización. Es que los habitantes de Arroyito están orgullosos de vivir en el corazón de zona norte.



El parque Alem es el marco natural del Gigante.
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