Año CXXXIV
 Nº 49.033
Rosario,
lunes  19 de
febrero de 2001
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Temprano para lágrimas
Newell's jugó mal, perdió y empieza a preocuparse

Gustavo Conti

Pensar que si Cejas convertía el penal del final, otras hubieran sido las explicaciones en el vestuario, otro el clima de la tribuna. Tal vez, el éxito hubiera desviado la atención de las debilidades que expuso ayer con crudeza Newell's, y que no son producto de una circunstancia de partido como sí hubiera resultado el gol que no fue del arquero rojinegro. No por nada Ribolzi hizo luego mea culpa de la dolorosa derrota ante el débil Chacarita, tratando de sacarle presión a los jugadores. Es que él sabe más que nadie que no cuenta con mucho más para ofrecer algo mejor, pero nunca lo dirá públicamente.
Newell's pasó del cielo al infierno en ese minuto 85. Vivaldo le adivinó las intenciones a Cejas y 50 segundos después Brizuela le daba a Chacarita la victoria, que se veía venir desde que se dio cuenta que su rival era extremadamente vulnerable, allá por el último cuarto del primer tiempo. Y estuvo bien, para que el bosque de los problemas rojinegros no quedara disimulado tras el árbol de un resultado mentiroso.
La idea de Ribolzi pareció enmarcarse en la premisa de que la mejor defensa es un buen ataque. Y no porque sea una máxima del técnico sino porque así trata de adecuarse al momento. Hoy el plantel con el que cuenta el Ruso es más rico de nombres para pensar en el arco de enfrente que en el propio y por eso el entrenador rojinegro optó ayer, ante un rival que venía de dos derrotas seguidas y sin técnico, por jugar sus fichas en función ofensiva. Así, sólo el pibe Juan Domingo Sánchez, un jugador más técnico que de fuerza, pareció cumplir con la obligación de marca, porque ni Almirón ni la Fiera Rodríguez la sienten, y menos Manso o Saldaña.
En la primera media hora la idea le salió bien a Ribolzi, ayudado por el temprano cabezazo al gol de Fernando Crosa tras un córner de Almirón. Chacarita no reaccionaba y Newell's siempre merodeaba, pero sin lastimar, el arco de Vivaldo, con Real y Cobelli demasiado egoístas como para reeditar la dupla de ataque explosiva de la época de Castelli cuando aún tenían la inocencia de los primeros partidos en primera.
Pero cuando la pelota empezó a pasar por los pies de Moreno y de Rivero, cuando se dieron cuenta de la libertad de movimiento que le ofrecían, la intención del Ruso quedó expuesta. Chacarita entonces se animó a tocar cuantas veces quiso hasta poner mano a mano un hombre con Cejas. Entonces se dio la lógica, y Brizuela festejó dos de las varias oportunidades que dispuso su equipo.
Después del arranque victorioso ante Los Andes, de las situaciones dilapidadas frente a San Lorenzo, la caída con Chacarita lo llama demasiado temprano a la realidad. Esa realidad que Newell's escribió en la conflictuada pretemporada, la que marca el vacío de la obligada partida de Bernardi, la alarmante carencia de valores listos para asumir su reemplazo y la imposibilidad de sumar refuerzos de peso. Esa realidad pareció documentar el 1-2 de ayer.



Newell's no pudo sostener la victoria.
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