Los controles que se extendieron en las fronteras para impedir el ingreso de animales con aftosa también se recrudecieron en torno al problema de la vaca loca. El Senasa dispuso que todos los lotes de alimentos provenientes de países considerados de riesgo queden sujetos a la toma de muestras antes de ser liberados al consumo. Chacinados, conservas, semiconservas, conservas mixtas, comidas preparadas, salsas cocidas, sopas, caldos y productos cárnicos sólo podrán comercializarse una vez que el resultado analítico corrobore que no contienen proteínas, productos o subproductos o derivados de origen rumiante, con excepción de las proteínas lácteas. Las pruebas analíticas estarán a cargo de la Dirección de Laboratorios y Control Técnico y de los laboratorios de la Red del Senasa, de acuerdo a lo establecido por resolución de este último organismo. Además, en caso de considerarlo conveniente, el Senasa podrá realizar incluso análisis de productos de otros países, aunque éstos no hayan sido incluídos entre los denominados "de riesgo". Estos controles apuntan a mantener el estatus sanitario (nivel 1) que tiene Argentina en materia de BSE (sigla en inglés de la enfermedad Encefalopatía Esponjiforme Bovina), y que sólo tienen seis países en el mundo: Argentina, Australia, Nueva Zelanda, Chile, Noruega y Paraguay.
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