Algo está cambiando en el barrio La Florida. La obra del puente, los paradores de la costa y el mayor movimiento de vehículos son algunos de los cambios más visibles. Otros los notan solamente los vecinos, como el aumento de los ruidos y de habitantes. Sin embargo, sobrevive el espíritu de pueblo con que se fundó a fines del siglo XIX. Todos el mundo se conoce, concurre a las escuelas, los clubes, las playas y los negocios de la zona. Todavía se conserva como un espacio urbano rodeado de árboles y flores, y con un ritmo de vida apegado al silencio y la tranquilidad, que combate los males del urbanismo como el intenso tránsito y el anonimato de los habitantes. La Florida nació como un pueblo, aparte de Rosario, y el desarrollo de la ciudad terminó por anexarlo. Quizás sea uno de los barrios con mayor historia, la que aún se mantiene en generaciones de familias pioneras (Escauriza, Sottomano), nombres de calles de ilustres rosarinos (David Peña, Pintor Musto, poeta Fontanarrosa) y comercios que todavía están abiertos como el de don Aquiles Córdoba, de 84 años y 62 de almacenero. La ciudad se extendió hacia el norte y se abrió al río. Y La Florida fue un símbolo en ese sentido. Es un lugar elegido para vivir rodeado de verde, con jardines que anteceden y se extienden por detrás de las casas, calles con frondosa arboleda y el canto de los pájaros que se posan en la vereda. Ese encanto todavía perdura. El locutor Julio Orselli es un apasionado del barrio y del disfrute de la brisa del río en las tardecitas de su jardín. Entre las bondades del lugar, destaca la tranquilidad, la iluminación y las ganas de la gente por "hermosear" un poco más el barrio. Pero cree que esas cualidades se pueden ir perdiendo con el tiempo. El auge del balneario, los paseos Costa Alta y del Caminante, la apertura de boliches y restobares en la costanera, y la clausura de la rotonda de Circunvalación, por la obra del puente, le dieron otro ritmo al sector más nordeste. A las pocas cuadras se escuchan los ruidos y la música, y se ven autos que van, vienen y estacionan. Hay un nuevo ritmo en el barrio. La conexión física Rosario-Victoria no contempla bajadas en la zona, pero pasará muy cerca. La gente del edificio La Florida será la que sienta más de cerca los tres mil vehículos por día que circularán por la ruta. "El puente cambiará la zona, pero puede ser para mal si no se organizan los sectores aledaños", advierte Cristina, desde el séptimo piso. La Florida tiene un perfil social con gente de clase media alta, en su mayoría profesionales, comerciantes y empresarios. Del otro lado de Rondeau, la situación es otra, no tanto, pero "hay menos ricos", según se comenta. Sobre la calle Maestro Massa se levanta la cooperativa de vivienda 12 de Octubre, un emprendimiento que les permitió tener una vivienda de material a buena parte de las 120 familias que viven en esas manzanas. Antes eran pescadores y obreros, hoy son changarines y muchos desocupados. La asistencia social de Cáritas y del barrio les permite sobrevivir con dignidad. Aunque se notan, las diferencias sociales no se manifiestan entre los vecinos. "Los ricos se han acostumbrado a vivir en el barrio", apunta Néstor, con 40 años de vecino, quizás porque muchos han nacido allí y otros se han amoldado a la vida más de pueblo que de zona residencial. Los terrenos se han valorizado, ya no quedan espacios para comprar, pero sí hay varias casas en venta. El futuro de La Florida se perfila con una avanzada urbana que contribuirá a cercarlo cada vez más con avenidas y negocios de entretenimientos y diversión. Su espíritu de pueblo únicamente se mantendrá si los vecinos siguen apostando a la idea de la vida comunitaria y la naturaleza, más cerca de las instituciones barriales y los encantos del lugar.
| |