En los últimos diez años el ingreso de jóvenes a la mayoría de las universidades privadas que hay en Rosario evidenció un crecimiento significativo. Hay casos en los que el número de estudiantes se duplicó y hasta creció tres o cuatro veces. Hoy, unos 8.000 alumnos asisten a esas casas de altos estudios y a la hora de explicar las causas de su elección coinciden con los directivos en señalar que allí encuentran "un seguimiento más personalizado y mayor organización" que en los claustros estatales. Abonan en promedio entre 180 y 390 pesos mensuales y optan por un abanico de posibilidades que abarcan más de 30 carreras de grado y una docena de posgrados.
El Ministerio de Educación de la Nación reconoce como habilitadas en la ciudad (de manera definitivas o provisorias) cuatro universidades privadas. Ellas son la Pontificia Universidad Católica Argentina (UCA), la Universidad del Centro Educativo Latinoamericano (Ucel), la Universidad Austral y la Universidad Abierta Interamericana (UAI), aunque esta última se encuentra hoy sumida en un conflicto (ver página 5).
A estas casas de altos estudios hay que sumarles otras que tienen convenios con distintas entidades y a través de los cuales también ofrecen en Rosario la posibilidad de acceder a carreras de grado y posgrado, como la Universidad Católica de La Plata y la Universidad General San Martín.
Un fenómeno de los noventa
El auge del establecimiento de estas casas de altos estudios en la ciudad comenzó a principios de la década del 90, con excepción de la UCA, que instaló la Facultad Católica de Derecho en 1958 y la de Química e Ingeniería en 1963. Esta universidad cuenta hoy en total con una matrícula de 2.460 estudiantes entre las facultades de Derecho, Ciencias Económicas y Química e Ingeniería.
Pero fue recién a partir de 1993 que las universidades privadas comenzaron a desembarcar en Rosario y reforzaron la opción frente a la oferta estatal.
Así las cosas, el ingreso de alumnos que priorizan "el seguimiento personal, la organización y la despolitización de la universidad" comenzó a inclinarse hacia la opción privada.
La Facultad Católica de Derecho tenía en 1990, de acuerdo a datos suministrados por esa casa de estudios, 290 alumnos cursando la carrera de abogacía. Hoy, once años después, el número de estudiantes es de casi cuatro veces más, ya que hay 1.150 jóvenes poblando las aulas. Tal fue el crecimiento de esta facultad que el año pasado se tuvo que mudar a un edificio que construyó en Pellegrini al 3300, más amplio, moderno y con todas las comodidades.
La realidad de la Ucel (Pellegrini 1332), en tanto, no es tan distinta. Esta universidad comenzó a funcionar en 1993 con 600 estudiantes y hoy ya son 1.250 los alumnos que cursan distintas carreras.
Dos años antes había abierto sus puertas la Facultad de Ciencias Empresariales de la Universidad Austral (Paraguay 1950), que viene registrando un ingreso anual de 80 alumnos. En el 2000, la facultad albergó a unos 450 estudiantes, entre los 250 de grado, los cien abogados de la maestría en asesoramiento jurídico de empresas, y los cien de los cursos anuales de dirección gerencial y agronegocios.
Por último, y desde su desembarco en 1996, la Universidad Abierta Interamericana (Pellegrini 1816) pasó de tener unos 90 alumnos en sus orígenes a 4.000 en la actualidad, al tiempo que también aumento considerablemente la oferta de carreras.
En búsqueda de "comodidad"
"Yo elegí la universidad privada porque me ofrece una comodidad y organización que no hay en la estatal", señaló Sebastián, un joven de 22 años que estudia Derecho en la Católica. En tanto, Gabriela, matriculada en la Ucel, destacó la importancia de estudiar en comisiones de "no más de 40 personas. Además, no tenés el problema de los paros y cuando te recibís accedés a una pasantía laboral", indicó.
Precisamente este punto es el que también rescató el secretario de Extensión Universitaria de la UCA, Jorge Aimaretti. "Nosotros nos encargamos de conseguirles el primer empleo a los alumnos y ellos lo tienen muy en cuenta", señaló.
Aimaretti consideró además que el creciente ingreso de alumnos a universidades privadas radica en que "se busca seguridad y comodidad. En la estatal ingresan 2.500 alumnos por año, por lo que las comisiones se vuelven muy numerosas y se dificulta el seguimiento personalizado de los estudiantes", subrayó.
En la misma dirección se orientó la opinión del director de la carrera de Psicología de la Universidad Católica de La Plata, Juan Carlos Carena. "Creo que hay una saturación en los estamentos estatales que se producen por ingresos masivos. Además hay bajos presupuestos y mucha politización", consideró.
Pero la gran diferencia con la universidad estatal es el hecho de que para acceder a la educación privada hay que pagar una cuota mensual, que suele convertirse en un obstáculo difícil de superar para muchos estudiantes.
Las cuotas mesuales van desde los 180 a los 390 pesos, pero desde las universidades privadas rescatan la posibilidad de acceder a becas. "En nuestra facultad hay unos 200 alumnos con créditos y becas", señalaron desde la Facultad Católica de Derecho.
Lo cierto es que a la hora de decidir, el seguimiento personalizado y la posibilidad de estudiar sin tener que estar literalmente colgado de una ventana parece seducir cada vez más a quienes tienen la posibilidad de abonar una cuota mensual. Así las cosas, la oferta privada gana más adeptos en la ciudad. Una tendencia que se instala cada vez con más fuerza.