Tel Aviv. - Ariel Sharon, el candidato de la derecha israelí, arrasó ayer a su adversario, el premier laborista Ehud Barak, en las elecciones para jefe de gobierno. Barak admitió prontamente la derrota y posteriormente renunció a la jefatura del Partido Laborista. Sharon, que se impuso ampliamente -62,2% a 37,8%, al escrutarse el 92% del voto- pidió a los palestinos en su discurso de la victoria que abandonen la violencia y arreglen pacíficamente sus diferencias con Israel, pero también prometió mantener el dominio israelí sobre la disputada Jerusalén. Sharon habló unas tres horas después de que las proyecciones de encuestas a boca de urna de la televisión le dieran una victoria por amplio margen sobre el primer ministro en ejercicio Ehud Barak y que éste reconociera su derrota. "El Estado de Israel ha entrado en un nuevo rumbo, un rumbo de seguridad y verdadera paz", dijo Sharon ante una multitud de seguidores en el centro de convenciones de Tel Aviv. Inmediatamente después de proyectarse su victoria, Sharon recibió una llamada de Barak para felicitarlo y admitió la derrota, a lo que Sharon aprovechó para invitarlo a unirse a su nuevo gobierno. La extrema derecha y los partidos religiosos no forman mayoría en el dividido Parlamento israelí, y Sharon necesita del apoyo laborista para formar un gobierno estable. Sin embargo, Barak anunció de inmediato que renunciará al cargo de líder del Partido Laborista, privando a Sharon de un socio negociador en el campo político. Se requerirá de semanas y posiblemente meses para que el laborismo elija a un nuevo jefe. Hablando con voz entrecortada, Barak dijo en Jerusalén que llamó a Sharon y le felicitó por la victoria. "Los electores han hablado, y yo respeto esa decisión democrática", dijo ante una multitud de varios centenares de simpatizantes. "Mis amigos, hemos perdido la batalla, pero ganaremos la guerra", dijo el ex general. "Tenemos un solo derrotero, el único que conducirá a Israel a la paz y seguridad". Refiriéndose a los palestinos, Sharon los exhortó a "abandonar el camino de la violencia" y arreglar sus disputas con Israel por la vía pacífica. Dijo que un acuerdo de paz "requiere de compro misos difíciles de ambas partes", pero dio a entender cuales serían las concesiones que estaría dispuesto a aceptar. Sin embargo, sugirió que Jerusalén estará fuera de la mesa de negociaciones en el futuro. Sharon puntualizó que Jerusalén seguirá siendo la "capital eterna" de Israel, y que su gobierno se concentrará en fortalecer esa idea. Los palestinos desean que la zona oriental de Jerusalén, preponderantemente árabe, sea su capital, y Barak había aceptado ceder por lo menos los barrios árabes al control palestino. La concesión de la derrota de parte de Barak se produjo cuando apenas se había contado oficialmente un 4 por ciento de los votos, en áreas donde Barak era justamente el favorito: allí Sharon estaba ligeramente adelante con un pequeño margen: 52,2% contra el 47,7% de Barak, según funcionarios electorales. Para muchos israelíes, ninguno de los dos candidatos era aceptable, posición que quedó reflejada en las urnas con apenas una asistencia del 60%. Tradicionalmente, en Israel el promedio de asistencia es del 80%, uno de los mayores del mundo democrático. Los árabe-israelíes, que respaldaron masivamente a Barak en 1999 y representan el 12,8% del electorado, se abstuvieron ayer en forma abrumadora, en protesta por la muerte de 13 de ellos a manos de la represión de la ola de violencia iniciada en septiembre.
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