Año CXXXIV
 Nº 49.001
Rosario,
jueves  18 de
enero de 2001
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En pleno proceso de recuperación, el uruguayo promete el regreso esperado
La paciencia oriental de Ricardo Canals

Mauricio Tallone

Ricardo Canals es de los tipos que amasan la palabra antes de echarla al fuego. A los treinta años, y con varias batallas sobre el lomo, el uruguayo está más acostumbrado a prender la luz de la paciencia y pararse a un costado de la ruta que sujetar el volante con fiereza y maniobrar sin límites. Por eso en la charla que mantuvo con Ovacion en La Cumbre por momentos acelera y luego disminuye la velocidad. "Me gusta alzar la voz de mando pero en beneficio del equipo. No soy de los que impone respecto por el simple hecho de ser uno de los más experimentados", aclara su ascendencia en el equipo del Patón.
Con esa declaración de principios resulta imposible no emparentarlo con la clase de jugadores que en algún momento se destacaron más por su injerencia futbolística desde adentro del equipo que por su verborragia afuera de la línea de cal.
En un fútbol de alta histeria, en el que el rendimiento se mide en horas-gol y el recambio se ejecuta a sangre fría, Canals aparece como un privilegiado: Bauza lo tiene como el gran referente de un grupo que necesita un salto de calidad y alzarse con un título y la tribuna lo mima con el clásico "uruguayo, uruguayo" sin exigirle más que la prolijidad de su juego.
-¿Sabías que sos el más viejo de este plantel?
-Sí, con treinta años soy el más grande. Lo que pasa es que este plantel tiene un promedio bajo de edad, muy bajo (risas).
-¿Habrá que acostumbrarse a esta nueva tendencia en el fútbol de que un jugador a los treinta ya es considerado veterano?
-Generalmente en Uruguay o Argentina, que son países netamente vendedores, los jugadores apenas se inician se van a jugar al exterior. Y en ese período de tiempo que esos jugadores están afuera se produce la vuelta de los que tenemos mi edad. Al final quedamos como los más veteranos con apenas treinta años, pero eso es una cadena, tanto Argentina como Uruguay siempre la van a sufrir.
-Los uruguayos siempre fueron reconocidos por su garra y temperamento, ¿creés que das con el perfil de un caudillo?
-Mi relación con el plantel de Central es de buena onda con todos los muchachos, ya sean los más jóvenes o los más experimentados. Creo que el secreto de esto está en dejar bien marcado el momento para hacer bromas y cuándo se requiere seriedad. Eso sumado al tema de la edad hace que los muchachos me escuchen en determinados circunstancias. A pesar de que me siento uno más, no niego que mi experiencia puede serle útil al grupo.
-Recurriendo a esa experiencia, ¿en qué nivel de madurez ubicarías a este grupo de jugadores?
-De los planteles que integré, este debe ser uno de los más sanos. Creo que logramos fusionar profesionalismo, buen compañerismo en jugadores de un gran futuro. La verdad, estoy muy contento de formar parte de este grupo, que tiene muchas expectativas de crecer y superarse día a día.
-¿Tu afinidad con Vespa se dio por el sólo hecho de ser compatriotas o se fue formando de a poco en Central?
-Si bien yo a Líber lo conocía, no tenía la misma relación que hoy logramos en Central. Sin dudas que el hecho de ser uruguayos nos ayudó a tener formas parecidas de vivir y a cosechar una amistad gracias al fútbol.
-¿Se puede alcanzar el techo de rendimiento que mostró Central cuando salió subcampeón?
-Creo que sí. Nosotros en ese momento alcanzamos nuestro techo de rendimiento con un plantel en una situación diferente. Está en nosotros volver a ilusionar a la gente de Central con un equipo que pelee cosas importantes y dispute torneos internacionales. Estoy convencido de que podemos dar mucho más de lo que dimos en el último campeonato.
-Si bien las lesiones siempre son inoportunas, ¿alguna vez dudaste de tu recuperación y ser el mismo a los treinta años?
-Nunca dudé de mi recuperación, pero a mi edad se hace más complicado. Para un jugador de treinta años estar tres meses sin jugar es muchísimo tiempo. Pero no reniego de lo que me pasó, ahora es tiempo de ponerme bien físicamente para realizar un buen torneo con Central. Ganas no me faltan, de estas experiencias negativas también se sacan cosas que te ayudan a salir adelante.
-¿Te molestó que se demorara tanto la firma de tu préstamo?
-Creo que a partir del orden se generan cosas positivas, pero cuando existen desprolijidades, las dudas y la incertidumbre hacen que las cosas no salgan como uno pensaba. Pero soy consciente de que estamos en un medio en el que existen muchísimos problemas económicos y la paciencia es el mejor método para sobrellevarlos.
-¿Es moneda corriente en el fútbol argentino que al jugador se lo utilice como el culpable de no querer firmar un contrato y de esta manera encontrarle un motivo para sacárselo de encima?
-Lo que pasa es que hoy en el fútbol se maneja muchísimo más dinero que en otros tiempos. A veces se hace difícil controlar ese ritmo vertiginoso que tomaron las cosas y cuando uno invierte en pos de conseguir algo, quiere que se respete. Pero para que eso ocurra tiene que haber equilibrio y buena fe de todas las partes.
-¿Paco Casal es el Mascardi del fútbol uruguayo?
-Lo respeto a Mascardi porque no voy a negar la capacidad que tiene para manejar a sus jugadores, pero lo hecho por Paco en Uruguay fue más importante. No nos olvidemos de que los uruguayos venimos de quedar eliminados de los dos últimos mundiales. Si tenemos jugadores repartidos por todas partes del mundo y en especial en Italia y España, se lo debemos a Paco. Más allá de las condiciones de los jugadores, el gran mérito de que Paolo Montero esté en la Juventus y Recoba en el Inter, por citar algunos ejemplos, es de Paco Casal.
-¿Está dentro de tus prioridades volver a Europa en busca de una revancha por el frustrado paso por el Vicenza?
-No creo que en una profesión tan corta como la del futbolista se deban cerrar algunas puertas. Yo la única puerta que cerré en su momento fue la del Vicenza porque nunca me sentí a gusto. Obviamente que si se presenta la posibilidad de jugar en Europa tendré que analizarla.
-Pero existe esa sed de revancha por revertir la imagen que dejaste en el Vicenza.
-No, para nada. Es más, no soy de tener ese tipo de sensaciones porque siempre di lo máximo. Algunas veces me salió bien y en otras no tanto. Pero mi línea de trabajo y esfuerzo siempre ha sido la misma. Eso me da la tranquilidad de mirar para atrás y saber que no podía dar más de lo que ofrecí.



Un amargo 2000 no cambió el optimismo de Canals.
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