A los 21 años y aunque le cueste reconocerlo, Arriola se sabe un crack en gestación, un proyecto de figura al que todavía le falta rendir algunas materias. La base está, diría un Bambino auténtico: una derecha lista para la gambeta indescifrable y una gran dosis de talento en estado puro. Ahora es el tiempo de desarrollarlo, de sumar minutos de vuelo y lograr en el mismo paquete la seducción de los goles. En medio de ese recorrido, a veces agradable y otras no tanto, el pibe se aferra a los ritos de siempre, y combate la ansiedad de los primeros planos con la receta de disfrutar las pequeñas cosas de la vida: A pesar que desde hace un tiempo vivo en un departamento con mi vieja en el centro de Rosario, a la villa voy bastante seguido. A los muchachos los veo siempre. Recuerdo cuando jugábamos en una canchita cerca de mi casa y estábamos todo el día detrás de una pelota, rememora Tom, con esa lengua de atorrante dispuesta a herir susceptibilidades. -¿Creés que tu pasado en la villa todavía le genera desconfianza al Patón Bauza? -No, creo que ahora no. Yo sólo tengo palabras de agradecimiento para Bauza, Daniel Teglia y todos los técnicos que conocí en las inferiores. Pero no puedo negar que la fama de villero la tengo bien ganada. -¿Te molesta que te digan villero? -No, porque lo soy. Yo no reniego de mi pasado, al contrario, en las villas hay gente mucho más buena que en otros lados. Existen personas que no viven en las villas y son una mierda, en cambio en mi barrio la gente te banca a muerte.
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