Durante la semana en la que el gobierno nacional anunció exultante que había acordado con el Fondo Monetario Internacional (FMI) una ayuda de 39.700 millones de dólares, las voces en torno a las consecuencias del préstamo se hicieron oir. Si bien la mayoría de los analistas coinciden en que era necesario recurrir al blindaje, las opiniones se separan a la hora de evaluar el impacto que tendrá en la economía real. Es necesario pero no suficiente, resumió Manuel Solanet, convencido de que la llegada del préstamo no se podía demorar a causa de las presiones externas en el marco de una alta incertidumbre y una enorme dificultad para obtener fondos. En diálogo con La Capital el economista no dudó en manifestar en que los beneficios del blindaje se cristalizarán en los hechos si vienen de la mano de la instrumentación de las medidas que recompongan definitivamente la confianza en el país. -¿El blindaje llegó en el momento oportuno? -Llegó en el momento necesario ante la creciente dificultad del gobierno argentino para acceder a los mercados de deuda y poder enfrentar los compromisos de pago en el año entrante. El blindaje abre un espacio de tiempo importante y disipa las dudas sobre una posible cesación de pagos. Lo más importante es que este tiempo sea aprovechado para instrumentar las medidas que permitan recomponer definitivamente la confianza y asegurar la solvencia fiscal a mediano y largo plazo. -¿Alcanza para recuperar la confianza de los inversores? - Me parece que no hay que olvidar que la oportunidad del blindaje estuvo dada por la realidad, porque no se podía demorar la obtención de estos fondos ante la alta incertidumbre reinante. Lo que se debe entender es que si bien esto era necesario no es suficiente. Si al cabo del 2001 no se logra poner a las cuentas fiscales en un sendero de rápido equilibrio y no se toman las medidas que alienten a la inversión y el crecimiento nos volveremos a encontrar nuevamente con la misma situación de partida. -El gobierno muestra con orgullo la obtención del préstamo. ¿Está de acuerdo con esta postura? -No. No hay ninguna razón para estar orgullosos de haber tenido que recurrir a este auxilio. En rigor, podremos estar contentos y verdaderamente orgullosos si llegamos a transitar en una economía de crecimiento y con un Estado capaz de cumplir con sus compromisos en un contexto internacional dispuesto a invertir en Argentina o prestarla a bajas tasas de interés. -De cara al 2001, ¿piensa que en este marco las provincias argentinas podrán cumplir con el pacto fiscal firmado con el gobierno nacional? - Sobre este acuerdo hay que señalar dos cosas: primero, que lo que se logró congelar fue el gasto primario de las provincias pero en un nivel alto como consecuencia del sostenido crecimiento de ese gasto en los últimos años. Me parece que deberían replantearse esos acuerdos con el objetivo de reducir el gasto y no congelarlo. El otro aspecto es que no hay penalidad por el incumplimiento de estos acuerdos y por lo tanto pueden ser incumplidos sin mayores consecuencias. Las recientes modificaciones de la ley de responsabilidad fiscal generaron un gran escepticismo sobre la utilidad de disposiciones de esta naturaleza. En este tiempo de mayor tranquilidad por efecto del blindaje habría que instrumentar una verdadera reforma administrativa y operativa del Estado abarcando tanto al gobierno nacional como a los gobiernos provinciales y municipales.
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