Año CXXXIV
 Nº 48.978
Rosario,
domingo  24 de
diciembre de 2000
Min 16º
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Los personajes del año
Entre bambalinas, los 19 homenajeados desearon que el blindaje proteja al país
Se conocieron durante la producción fotográfica. Entretelones del encuentro que organizó La Capital

¿Perdón, usted es uno de los personajes?. La pregunta sonó casi tantas veces como la cantidad de los elegidos para integrar la foto del año de La Capital. Es que, salvo el secretario de Gobierno municipal, Antonio Bonfatti, y las leonas de hóckey Ayelén Stepnick y Luciana Aymar, el resto de las caras de los invitados no son populares para el público rosarino, e incluso entre los presentes. Sin embargo, la calidez reinó en el salón de la sede del Jockey Club, donde se produjo el encuentro. La formalidad de la institución de Maipú y Córdoba intimidó en principio a los convocados, pero después se soltaron. Las sonrisas de los invitados fueron apareciendo entre flashes, copas de champán y deliciosas vituallas. Al fin de cuentas, no todos los días alguien es homenajeado como personaje del año. A propósito, no faltaron los deseos para el que está por iniciarse. Con agudeza, rigor informativo y por qué no humor, se escuchó una súplica: Que el blindaje nos proteja.
El afecto, los recuerdos y el intento por conocerse primaron en la reunión. Una más, dijo uno de los fotoperiodistas antes de tomar el último retrato grupal. Allí estaban los 19, todos listos para un nuevo flash y preparados para despedir un año que los marcó en cada actividad que representaron.
La cita fue a las 19 del miércoles pasado. Diez minutos antes ya había llegado la primera invitada: la atleta paraolímpica Claudia Vignatti. Inmediatamente atrás vino José Manuel Robledo, uno de los propietarios de Amtec, la empresa de Internet nacida en Rosario, creada por jóvenes emprendedores y que se cotiza en millones de dólares.
Los periodistas que idearon la producción actuaron, al comienzo, de anfitriones y presentaron entre sí a los galardonados. Es que no se conocían y tampoco se trataba de figuras populares.
De todos modos, algunos (o algunas) resaltaron, más allá de tener o no un rostro conocido. Ahí estaba Jorgelina Mammoliti. Rubia y abruzzezza. En realidad, argentina pero descendiente de esa región italiana. La blonda, reina de la última Fiesta de las Colectividades, llegó con mami: su fan Nº1. Dios le dio lo que tiene, dijo la progenitora, embelesada.
La joven se acercó a la atleta, aunque aseguró: Soy cero para los deportes. Su contrapunto, Vignatti (10 en deportes), recordó cuántas medallas ganó en diferentes olimpíadas internacionales.
El circunspecto (funcionario y médico) Bonfatti dejó de lado el almidón cuando rememoró, con el oftalmólogo Alejo Vercesi, viejos momentos de su paso por los claustros universitarios. Fueron compañeros del 69 al 74, aunque la política partidaria sedujo más a uno que al otro. Sin embargo, en aquellas épocas, las cosas eran distintas. En tren de aguzar la memoria, se acordaron de un amigo de tiempos ha, el psiquiatra y mago Randy. Un día fui a su casa y le descubrí el truco de la paloma. Se recalentó, confesó Bonfatti.
Se ve que Randy y su familia protagonizaron parte de las vidas de los médicos seleccionados como personajes 2000. Operé a su abuela cuando tenía 101 años, recordó Vercesi haciendo gala de que fue la mujer más anciana que tuvo que intervenir.
En general, se formaron grupos afines: de arquitectos, deportistas u operarios. Los diálogos se cruzaron, se encendieron, a veces se opacaron. El silencio, por momentos, se convirtió en líder. Pero los invitados supieron que era tiempo de disfrutar y hablar de temas variados. En el murmullo se mezclaron asuntos como un lanzamiento de jabalina, los adelantos arquitectónicos de la ciudad, las alternativas de un trasplante y hasta el llanto del bebé de uno de los personajes.
¿No tiene otra copita de champán, por favor?, le pidió sutilmente el cineasta Gustavo Postiglione (que ya iba por la sexta) a uno de los mozos, que llevaba una bandeja llena de copas vacías y de vasos llenos con jugo de naranja.
Un tanto solitaria, estaba la artista Nicola Costantino. Fiel a su estilo, vestida con ropa de cuero. Eligió para la ocasión un atuendo bordó con zapatos al tono. Suelo usar esto porque trabajo con piel de animales que comemos, como los chanchos, vacas, pollos o caballos, expresó. Y sin tapujos agregó que también se pone su obra escultórica: piel humana sintética que elabora como un calco hiperrealista.
Ya eran las 19.30. El locutor se preparaba para anunciar a los presentes, pero aún había ausentes, como las leonas Ayelén Stepnik y Luciana Aymar. Pero llegaron justo. Primero les tomaron la foto individual y, después, el retrato con todos, para el que debieron ponerse la camiseta de la selección nacional de hóckey.
Pero todavía faltaba alguien más: la doble trasplantada hepática, Rosa Ortiz. A las 19.50 hizo su entrada triunfal. Llegó con la famiglia unita: su marido y los seis hijos que entraron a dos mil. Una banda. El retraso tuvo una explicación: La mandó a llamar Miguel, un amigo peluquero de Vélez Sarsfield y Alberdi, reveló su esposo.
Entre las chicas, brilló Evangelina Dalmau (24), futura médica que trajo a Rosario el premio máximo de las Olimpíadas de Medicina.
-Sos la estudiante perfecta.
-¿Qué, tengo pinta de estudiante perfecta?
Quizás de manera equivocada se suele estigmatizar a los alumnos aplicados como no muy agraciados físicamente. Pero la joven es, precisamente, lo contrario.
-Jorgelina (Miss Colectividades y de 19 años) ya desfila. ¿No te gustaría hacer lo mismo?
-No tengo tiempo. Soy jefa de trabajos prácticos en la facultad y hago investigación.
El intrépido Eduardo Peñaloza, que no teme subirse 146 metros para trabajar en una grúa de la obra del puente Rosario-Victoria, concurrió ataviado con uniforme y casco amarillo. Hizo rancho aparte con una compañerita: Silvina Achinelli, topógrafa y la única mujer que hace tareas de campo en ese megaemprendimiento.
Al promediar el encuentro, se entregaron recuerdos a los asistentes. Muy buenos relojes, dijo el cineasta Gustavo Postiglione, quien acababa de recibir su presente de manos de una de las secretarias de La Capital. Es de la misma marca que el que me dieron en el programa de Mirtha Legrand, aunque era un modelo más feo y berreta, dijo.
Como cada cónclave de fin de año, no faltaron los buenos deseos. El renombrado arquitecto rosarino Augusto Pantarotto demostró ser un rápido analista de la realidad y no menos veloz de reflejos. Que el blindaje nos proteja el próximo año, deslizó antes del último brindis.


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