Elbio Evangeliste Rodolfo Parody
Poco ha cambiado en el deporte amateur rosarino. Culmina la temporada y otra vez es necesario valorar los esfuerzos individuales, las luchas cotidianas por lograr sobresalir o colgarse una medalla. Son esas contingencias adversas las que valorizan sus actuaciones. Hacen lo que pueden y, a veces, compiten de igual a igual contra rivales que disponen de mejor infraestructura y entrenamiento. Y, en ocasiones, hasta les ganan. Pero no es lo usual. Por eso, y tomando como referencia los resultados conseguidos, el círculo se acota al momento de elegir a los mejores del año. Lamentablemente la elección se simplifica. El rótulo de consagrados se los llevan las jugadoras de hockey Luciana Aymar y Ayelén Stepnik, subcampeonas en los Juegos Olímpicos de Sydney. Y el de mayor promesa, una vez más Ximena Mascia, que con 14 años conquistó dos primeros puestos en el Nacional de natación. Por lo que se ve, no abundan los nombres. Pero esto no invalida a todos los seres anónimos que transpiran la camiseta con la ilusión de que algo cambie en el futuro. En un año de Juegos Olímpicos, la participación de rosarinos en Sydney tuvo una dimensión especial. Histórica en el caso de Stepnik y Aymar. Las Leonas del hockey. Titulares del equipo que conduce Sergio Vigil, ganaron la medalla de plata y generaron un fenómeno inédito. Concentraron la atención de los medios de comunicación y todo un pueblo madrugó para verlas en acción. Y el fervor sigue vigente en cada cancha en que les toca jugar donde las más jóvenes se arremolinan para tenerlas cerca. Para los demás rosarinos la satisfacción pasó por mejorar sus rendimientos personales. Porque pensar subir al podio era una utopía. Hubo una excepción, y fue la del judoca Gastón García, que intervino en su cuarto Juego Olímpico, y buscaba con ansias una medalla de la que estuvo muy cerca en Atlanta •96. Pese a que no pudo ser, cumplió. Lo mismo que el resto de los rosarinos: Leandro Marchetti (esgrima), Martín Ríos y Sebastián Alquati (judo), y Agustín Fiorilli y Walter Arciprete, de Arroyo Seco (natación). Sensaciones similares vivieron los atletas discapacitados en los Juegos Paralímpicos. En especial Claudia Vignatti, que se colgó la medalla de bronce de lanzamiento de jabalina y se ganó el reconocimiento de los rosarinos. Al igual que los otros deportistas que también compitieron: María Rodríguez y Ana María Chiodi (atletismo), Diego Canals y Javier Conte (fútbol) y Fernando Carlomagno (natación). Es evidente que las incursiones de rosarinos en el exterior no tuvieron demasiados resultados óptimos. Y el semillero no despierta expectativas halagüeñas. Por suerte siempre hay excepciones. Ximena Mascia cerró otro año promisorio al adjudicarse las pruebas de 50 y 100 metros libre en el campeonato Nacional de mayores de natación. Tiene 14 años y promete mucho más. Pero es muy poco para creer que el mañana será diferente. Los resultados no mienten. En la base del deporte se trabaja como se puede, y mal. Se está lejos de alcanzar un rendimiento medianamente óptimo. Y si los dirigentes políticos mantienen su escaso interés por el deporte amateur, el mismo jamás tendrá el desarrollo deseado. Mientras tanto se seguirá lamentando la escasa trascendencia de los deportistas rosarinos.
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