Año CXXXIV
 Nº 48955
Rosario,
sábado  02 de
diciembre de 2000
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Foxilandia, promesa de capitalismo sin amiguismo

John Rice

México . - Cuando Vicente Fox se postulaba a la presidencia, sus críticos ridiculizaban su visión de México como Foxilandia, una especie de Disneylandia de promesas fantásticas e inalcanzables. Bienvenidos a Foxilandia.
Ahora que Fox ha hecho lo inimaginable -desplazar al partido que ha gobernado durante 71 años- su gobierno se inicia con enormes expectativas y no menores riesgos. Millones de personas votaron por Fox, no tanto por su Partido Acción Nacional, sino porque representaba el cambio de un sistema que trajo estabilidad a México pero que lo dejó sumido en la pobreza y la corrupción.
Fox promete lo que muchos ofrecieron y pocos cumplieron en Latinoamérica: capitalismo sin amiguismo. El flamante presidente promete promover la educación y la vivienda para los pobres, facilitar créditos a los agricultores empobrecidos, imponer honestidad y eficiencia a la burocracia estatal.
Si falla, el panorama político otrora gris y uniforme de México podría tornarse mucho más caótico y dividido. Muchos mexicanos podrían frustrarse con la democracia, la misma frustración que se ha ventilado en otros países latinoamericanos.
Tras décadas de gobiernos del Partido Revolucionario Institucional, PRI, los mexicanos miran la autoridad con escepticismo. Una encuesta a mexicanos jóvenes efectuada por el instituto de censo del gobierno reveló que sólo el 5 por ciento tenía una opinión favorable de los políticos y un 10 por ciento de la policía.

Un 40% de pobres
Un 40 por ciento de los mexicanos -algunos expertos dicen que un 60 por ciento- son pobres. Millones ganan menos del equivalente a 5 dólares diarios. Las mujeres indígenas y un batallón de niños mendigan en las calles de las ciudades.
Con esfuerzos trabajosos, la clase media ha salido de las crisis económicas precipitadas por políticas económicas cuestionables, para sumirse una y otra vez en crisis sucesivas.
Aun hoy, con un florecimiento económico, los salarios promedio están un 10 por ciento por debajo del nivel de 1993, antes de la crisis económica de diciembre de 1994 (el efecto tequila).
Fox ofrece un nuevo enfoque: un intento de arraigar una cultura de responsabilidad y trabajo. Pero sus promesas no son nuevas. Muchos presidentes han prometido poner fin a la corrupción. Millares de policías corruptos son despedidos todos los años. Pero los ciudadanos siguen siendo acosados por las mordidas, las tradicionales coimas pequeñas y grandes.
Durante décadas, el gobierno ofreció créditos subvencionados al campo, para que después las agencias estatales de crédito quebraran. Los gobiernos recientes también prometieron -sin cumplir- poner fin a las amenazas del narcotráfico y las rebeliones rurales.
La economía mexicana también es vulnerable a todo deterioro de la economía estadounidense, algo que la historia sugiere es posible después de una década de vacas gordas en la economía del vecino del norte.
Las exportaciones han impulsado la economía mexicana en los últimos años, y más del 80 por ciento de ellas van a Estados Unidos. Miles de millones de dólares que remiten los mexicanos desde Estados Unidos son la salvación de millares de pueblos pequeños. Pero la magnitud del desafío no empaña el optimismo de Fox, quien anticipó que a partir de ayer empezaría a construirse un México maravilloso, exitoso y triunfante.


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