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 domingo, 11 de noviembre de 2007  
El director cuenta como es su nuevo filme, “El pasado”
Héctor Babenco: “Compré la novela y rápido creí ver una película dentro de la historia”
Señaló dijo que el conflicto entre el hombre y la mujer es siempre el mismo

Rodolfo Montes / Escenario

En “El pasado”, la nueva película del argentino-brasileño Héctor Babenco, “una pesadilla late todo el tiempo”, dice el director. El film cuenta con un gran trabajo del actor mexicano Gael García Bernal ( “Diarios de motocicleta”). Una historia que arranca sencilla: una pareja joven se separa, pero que irá tomando un dramatismo escalofriante.

Al cabo, los misterios de la relación entre un hombre y una mujer son los mismos “para todas las culturas”, aseguró Babenco, en una entrevista exclusiva con Escenario en la sede la productora, en Capital Federal. “Mostré la película en Londres, en México y en Italia, y todos lados tuvo una respuesta muy fuerte. El conflicto del hombre con la mujer es el mismo en todas partes, ricos y pobres, todos igual”, contó el director de la célebre película brasileña “Pixote”, nacido en Quilmes, provincia de Buenos Aires, en febrero del 46.

Héctor Babenco se fue de la Argentina a los 17 años, en colectivo, de Buenos Aires a San Pablo, en el 64, y no volvió a vivir más en el país. En Brasil vendió cosas en la calle durante unos meses, juntó unos pesos y se pagó un pasaje en barco a Portugal. “Viajé con un amigo en un camarote donde dormíamos doce personas”, recuerda Babenco, del viaje que cambió su vida.

La relación con su compañero de viaje se terminó en el momento de pisar el puerto de Lisboa. “Mi compañero se enganchó con una chica y se fue con ella, en su auto. Yo me quedé sólo, ahí, en pleno invierno europeo y con 20 dólares en el bolsillo. Tenía 18 años”, relata el director de “El beso de la mujer araña”, la película que rozó un Oscar.

Babenco trabajó en gastronomía, como extra en algunas películas y en otros oficios, en España, Holanda y Francia. También en Puerto Rico. Al cabo de 6 años quiso volver a la Argentina y no pudo: se había convertido en “desertor” del servicio militar obligatorio, una férrea institución en la Argentina de la década del 60. Entonces volvió a San Pablo, al cabo, su lugar en el mundo, y sin militares al acecho.

—¿La idea original de hacer cine perduraba?

—Absolutamente, desde los 15 años me había jurado no tener un empleo, me decía “el día que tenga un empleo estoy muerto porque no voy a poder dejarlo”. Todo los trabajos que tomaba eran transitorios.

—¿Cómo empezaste?

—Haciendo algunos cortos promocionales hasta que hice mi primera película, “El rey de la noche”, que no fue tan mala y hasta ganó un premio al mejor actor en el festival de Brasil. Después vino “Lucio Flavio”, que provocó un escándalo y la vieron más de 5 millones de personas.

—La piedra de toque en tu carrera.

—Tenía 29 años, nunca había estudiado cine, no había leído ningún libro de cine y desconocía, por ejemplo, que se podían usar distintas lentes en la cámara para filmar. Pude hacerlo porque en Brasil es todo más fácil: anímicamente es otra cultura. Si tenés un proyecto, el brasilero va para adelante, se suma, acompaña, y no te pregunta si sabés o no sabés, no te dice “yo vine primero”. Muy distinto a la Argentina.

—Culturalmente más abierto.

—Yo diría desprejuiciado. La construcción nueva del artista no choca con lo establecido, no se somete a la crítica feroz, casi todo es nuevo. Brasil no tiene la densidad histórica y cultural de la Argentina, la presencia extranjera colonizadora tan fuerte. Por eso el arte, la arquitectura, son tan arrojados, tan radicales, tan modernos. Ellos no tienen un modelo académico, anterior, a destruir. Todo es nuevo.

—La célebre “alegría brasileña”.

—Bueno, las relaciones humanas son mucho más libertarias, con enorme riqueza. Brasil, felizmente, tampoco tuvo a una Iglesia Católica rectora tan fuerte. Brasil tiene una gran belleza en su mezcla, ejerce una sana promiscuidad que es un rasgo civilizatorio muy inteligente. Es romper el cerco, las castas, los grupos, hombres, mujeres, homosexuales, gordos, flacos, ricos y pobres.

— Y “El pasado”, ¿significa el inicio del retorno a la Argentina, ahora que ya no hay servicio militar obligatorio? ( risas)

— No, en principio no. Es mi segunda película aquí, la primera fue “Corazón iluminado” ( 1998). No lo pensé como un momento especial, el actual, para hacer una película en la Argentina. Yo estaba viniendo seguido a visitar a mi madre, por un tema de enfermedad, y de casualidad descubrí la novela de Alan Pauls en el aeropuerto de Ezeiza ( “El pasado”), la compré, la leí y me gustó. Rápidamente creí ver una película dentro de esa historia. Intenté hacerlo en Brasil pero descubrí que la idiosincrasia de los personajes no coincidía con la cultura brasileña entonces la hice aquí.

—¿Cómo tomó Pauls la propuesta?

—Me dijo: “Estás loco”. El no creía que fuera posible hacer una película con su libro. Incluso, le pedí que no le vendiera los derechos a nadie por dos meses, mientras yo organizaba todo, y se rió: “Nadie va querer los derechos, trabajá tranquilo”, me dijo. Había cosas que gustaban; veía escenas, pero todavía no concebía como hilvanar todo.

—¿Que dificultades tuvo escribir el guión?

—Trabajamos un año y medio, cuatro personas. Gastamos una fortuna. Hicimos nueve guiones, hasta que encontramos uno mostrable, y lo vio Gael García Bernal, le gustó, y decidimos hacer la película juntos. Gael está haciendo un gran aporte al cine, desde un buen lugar, se interesa por los contenidos. Podría estar en Hollywood, pero está con nosotros.

—El personaje de “El pasado” parece sufrir un destino trágico en manos de las mujeres, ¿ves la vida así para todos los varones?

-Rimini —el personaje— no es un chico ganador. Es verdad que está muy en la contramano de las narrativas contemporáneas. Veo que la película está produciendo fuertes efectos. Ahora “El pasado” ya está rodando y es la película de la gente. Ya no es más mía.

—¿Qué relación hay entre “El pasado” y “Pixote”?

—Son películas que se anticipan a un tiempo. Cuando hice “Pixote” no existía nada; fue 20 años antes de “Ciudad de Dios”. Y “El pasado” habla de la permanencia del amor después de la separación, un tema universal. Parece incoherente pero muchas parejas que se separan continúan soñándose mutuamente por años y años. Creo que las relaciones de algún modo se estiran, se llevan, pero aclaro que no quiero probar nada: simplemente me gustó la historia.


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Héctor Babenco levó al cine lanovela del escritor argentino Alan Pauls "El pasado" con Gael García Bernal como protagonista.

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