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 sábado, 13 de octubre de 2007  
Viajeros del Tiempo
Rosario 1905/1910

Guillermo Zinni / La Capital

El hombre que volvió de la muerte y lo pudo contar. El reverendo J. F. Manu, que fue colgado durante la guerra de Secesión pero logró sobrevivir, publicó en una revista norteamericana las emociones que experimentó en la horca. Son bien curiosas e interesantes. “Fui tomado por un espía de los confederados y condenado a que me colgasen sin tardanza en el fuerte de Barrancas. Me hallaba desde hacía cuatro minutos entre el Cielo y la Tierra, así física como moralmente, cuando me desató un oficial, persuadido de que yo era víctima de un error. Mientras tanto, mi primera impresión al faltarme el suelo bajo mis pies fue como si hubiese dentro de mí una caldera de vapor próxima a estallar. Estaban mis venas y arterias tan tensas que parecía como si la sangre fuese a saltar rompiéndolas violentamente. Y sentía en todo el sistema nervioso a modo de picaduras muy dolorosas, como no he sentido jamás, ni antes ni después. Enseguida tuve la impresión de algo que daba un estallido, parecido a la erupción de un volcán. Sobrevino luego una calma inmediata y todos los dolores fueron reemplazados por una sensación tan agradable que quisiera volver a experimentarla, si pudiera ser sin peligro de muerte: cierta luz opalina y lechosa acariciaba mi vista; un gusto de azúcar y miel, de dulzura desconocida, perfumaba mi boca; creía volar hacia los espacios dejando al universo detrás de mí; oía que millares de arpas acompañaban el concierto de millones de voces. Mi impresión cuando me descolgaron fue tan dolorosa como lo había sido la primera etapa de la horca, un verdadero martirio, pareciendo como si cada uno de mis nervios sufriera de un dolor particular; las molestias de la nariz y los dedos eran insoportables. Media hora más tarde fueron apaciguándose todas estas torturas, y ni aun por todos los tesoros de la India quisiera volver a pasar por esa resurrección”. (1909)

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