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martes,
28 de
agosto de
2007 |
Imágenes del novecientos
A principios de siglo, los resfriados, gripes, catarros y pulmonías convertían a cada hogar en un improvisado hospital, y mientras algunos pocos mortales recurrían a la farmacopea de los boticarios, la mayoría de ellos seguía fiel a las tradicionales curas caseras como las tisanas, los baños calientes de pies con agua amostazada, la ingesta de leche con coñac, las inhalaciones, los cocimientos de yerbas y a otras miles de recetas domésticas. Y así, cada enfermo era un médico.
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