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 sábado, 07 de julio de 2007  
Final feliz para toma de rehenes en un burdel

Buenos Aires.— Poco después de las 4 de la mañana de ayer, los dos delincuentes que habían tomado como rehenes a nueve mujeres y dos hombres en un prostíbulo ubicado en un edificio del microcentro porteño, fueron detendios por la policía que irrumpió en el lugar y todos los cautivos fueron liberados sanos y salvos tras 14 horas de tensión.

   El hecho se había iniciado cerca de las 14 del jueves en el prostíbulo que funciona en el tercer piso del edificio de Montevideo 497. Allí se encontraban nueve mujeres y dos hombres que fueron sorprendidos por los dos delincuentes que ingresaron armados con una pistola y un cuchillo.

   Pero la llegada de los delincuentes fue advertida por un vecino que alertó a la policía, por lo que decenas de efectivos llegaron al lugar y rodearon la zona. Desde entonces comenzaron tensas negociaciones entre la policía y los delincuentes, quienes se atrincheraron en el prostíbulo y hasta se asomaron por una ventana para mostrar a una de las rehenes a la que apuntaban con un arma en la cabeza.

   Recién a las 20, los captores aceptaron liberar a tres de los rehenes (los dos clientes y una mujer) y se mantuvieron encerrados con las otras ocho mujeres, con las cuales cenaron pizzas con gaseosas mientras miraban el partido que por la Copa América jugaron Argentina y Paraguay.

    Recién a las 4.10 de ayer un grupo especializado del GEOF irrumpió en el departamento y detuvo a los dos hombres, tras lo cual liberó a las cautivas. Según el juez que intervino en el caso, Juan María Ramos Padilla, durante la irrupción al prostíbulo se disparó apenas una posta con perdigones de goma y no hubo heridos.

   El magistrado reveló que dio la orden de asalto policial cuando la situación se había tensado peligrosamente y a la vez consideró que había garantías para que no hubiera heridos de bala. La situación desembocó en este abrupto final cuando las negociaciones cayeron en un punto muerto del que no pudieron ser liberadas ni siquiera con la presencia de la madre y la novia de uno de los asaltantes, que lo instaron a rendirse.
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