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 domingo, 19 de noviembre de 2006  
Yo digo: "Cómo hacer laburar a esa gorda vaga"

José L. Cavazza / Escenario

Dejar toda la noche la PC bajando películas, videos, música y virus es como hacer laburar a esa gorda vaga que se pasa el santo día adherida a la almohada. Pero ¡ojo!, dejarla sola y en plena madrugada recorriendo redes y cloacas es también permitir que tenga raros amoríos con extraños que, alguna mañana, verás instalados en tu pantalla en pleno dominio de su querida gorda PC y controlando parte de tu vida. Pero eso ya no importa, sino, ¿de qué sirve tener banda ancha en el rincón más oscuro de la casa? No sólo para que las lucecitas rojas del modem bailen en la oscuridad. Así que empecé por rastrear los mejores sites de parches en los ojos y a compartir mi amor. Puse en marcha el site del burrito, el del barco pirata negro, el del globito naranja... Lo primero fue bajar películas. Aquellas que no pude ver y las que nunca llegaron. Así, bajé casi todos los títulos de Jim Jarmusch: "El camino del samurai", "Coffee &Cigarettes", "Dead Man", "Down by Law" y "Night on Earth". Bastaron un par de semanas pero al fin las pude bajar y encerrar en un carpeta llamada simplemente Jarmusch, que abro cada mañana para ver si algún maldito invasor no entró al gallinero y se las robó. Debo admitir que me costaron un Perú las que no tenían subtitulado en español. Tuve que bajar los subtítulos por otro lado, luego descomprimirlos y por último añadirlo al video: tres noches de mate, cigarrillos e insomnio. Para ser sincero, nunca se me cruzó por la cabeza bajar música. Siempre me gustaron los discos originales y en casa los pequeños compactos terminaron por invadir la biblioteca, comerse el lugar de los libros y desplazarlos a los sitios más oscuros e impenetrables. Así que música no, me dije. Pero una noche empecé buscando algunos inhallables -el saxofonista John Zorn, canciones de Rickie Lee Jones, Frank Zappa, Paul Kelly, los Libertines y los Residents- y terminé bajando hasta "Revolver" de los Beatles. Primero sentí que estaba traicionando mis principios y ahora, en realidad, me siento un poco cansado de tanto bajar y bajar, que sólo puedo decir -sin que esto se transforme en una promesa o, peor, en un compromiso- que en algún momento voy a empezar a disfrutar todo lo bajado.
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