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 sábado, 23 de septiembre de 2006  
La Eempa que funciona en la Unidad 3 cumplió 10 años
La escuela, en clave de libertad
Maestros, internos y autoridades festejaron el mes de la educación. Un derecho esencial para no reincidir

Marcela Isaías / La Capital

"Había llegado hasta el tercer año en un colegio industrial pero abandoné. Ahora estoy aquí, a punto de terminar la secundaria. Y como no quiero perder el ritmo de estudio pienso seguir enfermería. Tengo tres hijos y quiero para ellos otro destino", dice Néstor, el abanderado de la Escuela Media Para Adultos (Eempa) Nº 1.311 que funciona en la Cárcel de Zeballos y Riccheri y que el viernes 15 festejó su 10º aniversario.

Néstor también dedica unas palabras de agradecimiento a sus profesores y a resaltar "es bueno esto, que me pregunten por lo que puedo hacer ahora y no por qué estoy preso. Porque aquí (en la escuela) hay una manera de buscar otra forma de vivir".

El acto fue tan sencillo como emotivo: hubo palabras de bienvenida, de agradecimiento, recuerdos, lecturas de poemas del taller literario que coordina Susana Valenti, el acompañamiento del Coro Venetto y el regalo de un poema tallado en madera. Cada tanto los aplausos de los internos interrumpían para reconocer palabras y saludos.

No faltaron supervisores, docentes y el mismo delegado ministerial, Humberto Cancela, que al momento de inaugurarse esta Eempa (en 1996), era director provincial del área de adultos.

La secundaria que funciona en la cárcel comenzó como aula radial de la Eempa 1.207. Dos años más tarde, en 1998, tomó el rango de escuela. "Actualmente tenemos una matrícula que oscila entre los 35 y 40 alumnos, es un número fluctuante, por las características propias de la modalidad", explica Carlos Carlino, quien está al frente de la dirección de la Eempa 1.311desde su fundación.

A las palabras del director Carlino se unen los testimonios de tres escoltas del 7º grado de la Escuela Primaria Nº 2003 Margarita Mazza de Carlés que también funciona en la unidad. "Estoy sorprendido que me hayan elegido escolta, estoy a punto de empezar la secundaria, es muy importante para mí", dice Alejandro.

César asegura: "Yo me esforcé para llegar aquí, para mí es un privilegio, en especial por el lugar donde estudiamos, privados de la libertad". El pedido de otro alumno, José Néstor, también de 7º, es "seguir estudiando".

La demanda de los internos no es casual. Es que según se define en el Programa Nacional de Educación en Contextos de Encierro, del Ministerio de Educación de la Nación, "configuran uno de los grupos sociales más vulnerables y abandonados de la población. Sujetos de múltiples exclusiones, suman a la marginación sociocultural de origen, la marginación socioeducativa y laboral, de sus trayectos de vida, y, a partir de su ingreso en el sistema penitenciario, una nueva marginación, objetivada en el hecho de la privación temporal de la libertad, la que se constituye finalmente en un estigma indeleble ante las posibilidades de reinserción social y laboral del sujeto al finalizar su condena".

Se destaca entonces que "estos sujetos constituyen un sector ineludible si queremos pensar en un sistema educativo que, atendiendo a su deuda social histórica, se posicione como promotor de políticas de justicia social que posibiliten procesos de inclusión para todos".

Ahora se sabe que la educación en las unidades penitenciarias en un punto contemplado en la nueva de ley de educación nacional que se espera aprobar antes de fin de año.


Mes de la educación
El festejo de los 10 años de creación de la escuela media para adultos que funciona en la Unidad Penal Nº 3 fue la excusa para festejar del Día del Maestro, el Mundial de la Alfabetización y el del Estudiante.

Cada orador de alguna u otra manera resaltó "el poder liberador de las palabras", "el trabajo sin prejuicios de los maestros" y "la necesidad de pensar en una educación para todos".

A los alumnos de la Eempa se suman los de la Primaria Nº 2003, donde "hoy cursan unos 70 matriculados", según recuerda el director Raúl Lemos. Cabe recordar que la asistencia a la escuela es voluntaria por parte de los internos.

Lemos destaca el trabado compartido entre maestros y profesores, "en un espacio donde nos animamos a creer que es posible cambiar, que es posible educar aún entre rejas".

De esa posibilidad también darán su opinión algunos de los alumnos. "El maestro Daniel me explica muy bien, me tiene paciencia, hace dos meses que estoy aprendiendo a leer y a escribir, eso es lo que más me entusiasma", dice Luis.

Eduardo, abanderado de la provincia, está en primer grado, confiesa que no esperaba ser quien llevara la bandera: "Es más no tenía ganas de venir, pero el maestro me dijo que tenía una sorpresa, era llevar la bandera. Tengo tres hijos, me doy cuenta que quiero seguir aprendiendo".
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Otra oportunidad. Entre 35 y 40 internos cursan el secundario en la Unidad 3.

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