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 lunes, 21 de agosto de 2006  
Vecinos colaboraron con pertenencias a la puesta en escena
Pichincha revivió su historia y se convirtió en una "República"
En la calle, los artistas representaron escenas de la época. Paralelamente, Olmedo recibió su homenaje

María Laura Favarel / La Capital

En Rosario ya hay una nueva República con más de 124 empadronados. Se trata de Pichincha, que ayer dejó atrás su categoría de barrio para convertirse en una auténtica democracia con autoridades propias. Para celebrarlo, la Secretaría de Cultura, junto a un grupo de vecinos, organizó visitas guiadas por zonas emblemáticas, una milonga y la proyección de filmes en homenaje al Negro Olmedo, que el jueves cumpliría 73 años de haber nacido justamente en esta zona.

Quien ayer se paseó por las calles Brown, Jujuy o Pichincha (ex Riccheri) se vio sorprendido al encontrar en la vereda personas vestidas con trajes de la década del 20, autos antiguos y carros estacionados. Es que la zona se transformó en un viaje por el tiempo que desembocó en una época que va desde 1911 hasta 1933, cuando Pichincha era el epicentro del ejercicio de la prostitución, el lugar en el que hacían puerto los navegantes procedentes de Europa y donde vivía la mayoría de los empleados del ferrocarril.

El intendente Miguel Lifschitz se apersonó en el lugar acompañado por la secretaria de cultura municipal, María de los Angeles González. Se mostró satisfecho por la iniciativa y recordó a los vecinos que se está trabajando en algunas modificaciones al proyecto original para la reconversión edilicia del barrio y por la seguridad de la zona (ver aparte).

Desde la ex Estación Rosario Norte partieron las cuatro visitas guiadas por el barrio. Las explicaciones de los jóvenes de la Asociación de Guías de Turismo daban vida a aquellas viejas casonas. Por momentos, el recorrido se detenía y entonces los actores entraban en acción. Lograban revivir aquellas conversaciones de vecinos donde pasaba un canillita vendiendo el periódico y un niño ofreciendo maní. Enfrente se estacionaba un viejo auto que las vecinas miraban con admiración, dando cuenta de la "novedad" que suponía el vehículo para la época.


Rufianes, prostitutas y policías
Pero los actores no eran figuras estáticas. Acompañaban a los paseantes en el recorrido como uno más. Se entremezclaban con el público damas con vestidos de seda y encajes, sombreros, chales sobre los hombros, guantes y collares de perlas acompañadas por caballeros con sombrero, algunos con chaqué, otros con corbata, chaleco y bastón. Ellos, mientras la guía turística hacía lo suyo, en más de una oportunidad tomaban parte en la escena y representaban lo acontecido, como sucedió frente al mítico burdel de Madame Safó. Allí mientras la dueña del local, vestida de época, daba indicaciones sobre su local, comenzó a llamar al médico. Sorpresivamente, un hombre de chaqué y galera salió de entre el público y acompañó a la dama a ingresar al prostíbulo. Una gesto mínimo que recordó que a aquel lugar accedía únicamente la aristocracia.

Más adelante se podía ver a un inspector que relataba las peripecias para dar con los rufianes dedicados a la trata de blancas. Luego aparecían estacionados los carruajes, tanto los que servían de transporte, como los que se utilizaban para repartir la leche. Los carros lucían coloridos fileteados y frente a ellos, en un pequeño garaje, un experto hacía estas pinturas a la vista del público.

No faltó en el paseo la excelente representación del asesinato del Chueco Díaz, y la vieja vendedora de empanadas. El recorrido atrapó a más de 40 personas cada vez y culminó con una milonga en la esquina de Pichincha y Jujuy. Los visitantes se mostraron sumamente interesados por la historia.

En homenaje a Alberto Olmedo, quien naciera el 24 de agosto de 1933 en la zona de Pichincha, también se proyectaron algunos de sus filmes en el hall central de la Secretaría de Cultura Municipal, en la Estación Rosario Norte.

Allí mismo se podían inscribir todas las personas que desearan ser "ciudadanos" de esta República. Fueron más de 124 los interesados, que además dejaron estampado su feliz comentario sobre la actividad organizada. Teresa y Alfredo Folino fueron los primeros en empadronarse y ellos, como los demás, en 30 días recibirán un pasaporte en su domicilio que los acredita como ciudadanos de la nueva República.
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El personaje de Madame Safó señala las condiciones para ingresar a su burdel.

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