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 miércoles, 26 de julio de 2006  
Economías delictivas. El brutal ataque al chico de barrio Belgrano y el negocio que se mueve en su trastienda
El crimen de Drovandi redescubre la compraventa de vehículos robados
Ayer un juez ordenó allanar un local para buscar la moto que arrebataron al joven baleado. Fue señalado como sitio de reventa por los chicos acusados, que luego del crimen sustrajeron otros dos rodados para ser reducidos

Hernán Lascano / La Capital

La detención de tres chicos por el asesinato de Luciano Drovandi derivó en un allanamiento a un domicilio donde, presumiblemente, se reducen o comercializan clandestinamente vehículos robados. Entretanto, los tres adolescentes fueron conducidos a Tribunales ayer y permanecerán detenidos. A uno de ellos, según fuentes de la causa, se le adjudica la autoría material del crimen. Y a los otros se los presume presentes en la zona a la hora del homicidio

La ejecución de Luciano Drovandi, que murió de un tiro en el pecho en Pellegrini y Provincias Unidas el viernes pasado, fue consumada para robarle una moto Honda de 50 centímetros cúbicos. Dos de los chicos que están detenidos dejaron en evidencia que frecuentan el hábito de sustraer motos para revenderlas en el circuito ilegal. Por eso ayer la policía, con una orden del juez de Instrucción Osvaldo Barbero, acudió a un local precario donde se negocian en forma ilícita ese tipo de vehículos. La dirección la aportó el mismo adolescente que había dicho conocer quién era el autor del crimen de Drovandi y cuál el destino presunto de la moto que le habían robado.

Aunque el allanamiento arrojó resultado negativo, expone que incidentes tan graves cómo el homicidio de un trabajador de 25 años se asienta sobre una economía delictiva que no es novedosa como fenómeno. Y que se despliega en lugares que tienen como proveedoras a personas que, para ofrecer esos bienes, pueden llegar al extremo de quitar la vida. Si hacen eso, es evidente, es porque encuentran compradores.

Esta particularidad delictiva ya se vio de manera elocuente en el crimen de Carla Palma, la joven de 27 años a quien intentaron detener para robarle la moto el 23 de junio de 2003, en una acción que derivó en su muerte violenta en Sucre y San Juan. Como en el caso del homicidio de Drovandi, en el que desató el de Carla hay dos adolescentes de 15 años implicados. Y el propósito era apoderarse del rodado para revenderlo a reducidores. Algo que en el crimen de Carla quedó sin investigar, aunque por su muerte los dos chicos están condenados a nueve años de prisión.

En relación al crimen de Drovandi, por los dichos de los chicos detenidos el juez Barbero ordenó a personal de la comisaría 14ª allanar un domicilio de Carriego al 1700. Se suponía, por los testimonios, que allí había sido revendida la moto del chico asesinado el viernes. Pero el vehículo, según la policía, no se encontró.

Los ahora acusados por el homicidio del viernes llegaron a prisión por tres hechos delictivos distintos a ese crimen: el robo a mano armada contra una mujer y la sustracción de dos motos ya localizadas con posterioridad al incidente que segó la vida de Drovandi. Ellos mismos, según coinciden fuentes policiales y judiciales, admitieron que las motos eran para colocar en el circuito clandestino.

Los tres chicos ahora detenidos por el homicidio de Drovandi fueron localizados el lunes por la policía por un hecho azaroso. La secuencia de los arrestos surgió por la mañana de ese día cuando Cecilia S. sufrió el arrebato de su cartera mientras caminaba por la zona de Zeballos y Valparaíso. Esta mujer pudo describir que la habían despojado dos chicos que iban en una moto. Efectivos del Comando Radioeléctrico la hicieron subir a un patrullero desde el cual, a poco de peinar la zona, ella reconoció a uno de los ladrones, que había bajado de la moto e iba corriendo. Fue identificado como Maximiliano Ezequiel M., de 17 años. Tenía, según informó un vocero del sumario, un aparato MP3 robado a Cecilia S.

Otra patrulla siguió al otro joven, que iba a bordo de un ciclomotor Yamaha, al que la mujer había descripto con una gorrita roja. El móvil entró con la moto al pasillo de una villa de Riobamba y las vías del Ferrocarril, en jurisdicción de la comisaría 13ª. Lo apresaron con la visera roja, la cartera de la víctima y un cuchillo que la mujer reconoció como el usado para despojarla. Este chico fue individualizado como Adolfo G. Tiene 15 años. Por el hecho también fue implicado Lucas M., de 15 años y hermano de Maximiliano.

Cuando Adolfo G. fue interrogado por la policía, según fuentes del caso, alegó que el ciclomotor Zanella usado para perpetrar el arrebato a la mujer lo habían robado con Lucas M. en Riobamba al 1500. También dijo que había sustraído una Yamaha Cripton el domingo por la tarde en jurisdicción de la comisaría 19ª, en la calle Teniente Agneta, con la misma modalidad que el episodio en el que fue asesinado Drovandi: es decir, interceptando a mano armada a su conductor para sustraersela. Adujo, asimismo, que tenía el rodado para revenderlo. El motociclista despojado denunció el robo en esa seccional. Ambas motos fueron secuestradas en Riobamba y las vías.

Adolfo G., de acuerdo al vocero del caso, acepta haber estado en el lugar donde mataron a Drovandi el viernes pasado. Fuentes de la investigación señalaron que el cómplice presunto de Adolfo G. en el crimen de Drovandi no es ni Lucas ni Maximiliano, sino otro adolescente al que apodan "Monito". La presunción judicial y policial es que Lucas y Maximiliano, no obstante, estuvieron en la escena fatal el viernes.

Aunque todos ligados en lo fáctico al asesinato de Drovandi, la situación legal de los tres chicos detenidos es dispar en razón de sus edades. A Maximiliano, que tiene 17 años, se le abrió un proceso penal en el juzgado de Menores Nº 2, a cargo de Juan Leandro Artigas, en condición de imputado por el crimen. Los otros dos adolescentes, que tienen 15, son desde el punto de vista legal no punibles. Pero eso no implica que vayan a liberarlos. El juez de Menores, que tiene a su cargo la tutela de ambos, puede aplicarles una medida de seguridad que implique no restituirles la libertad si considera que no están en condiciones de ser entregados a su familia, dada la magnitud del hecho atribuido.

Un fuerte indicio contra Maximiliano M., Lucas M. y Adolfo G. es la cartera y demás objetos robados a la mujer. Y, contra los dos últimos, la admisión de que robaron dos motos con la misma modalidad que adoptaron quienes, según testigos, ultimaron a Luciano Drovandi el viernes. Esto los liga a todos al crimen que estremeció a barrio Belgrano.
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El padre de Luciano en la protesta barrial de anteayer.

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