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 sábado, 17 de junio de 2006  
A treinta años de la muerte de Francisco "Paco" Urondo
Un poeta entre la pasión por la belleza y la militancia política
Fue un símbolo de los intelectuales de los años 70. Murió en la provincia de Mendoza, perseguido

Lilia Ferreyra

Era una noche de 1967. En una mesa del viejo bar Politeama de Corrientes y Paraná dos hombres continuaban la charla que había empezado en un departamento de la calle que entonces no se llamaba Perón. Unos días antes, Paco Urondo había regresado de su viaje a La Habana y traía una invitación para que Rodolfo Walsh participara como jurado del Premio Casa de las Américas.

Pero Paco no sólo quería hablar de ese concurso. También quería que Walsh integrara la delegación argentina al Congreso de los Intelectuales que se realizaría en Cuba en enero de 1968. Por eso, primero fue hasta el edificio de Cangallo 1671 y subió al 8º C, donde vivía Walsh.

Allí conocí a ese hombre cálido, jocoso, entrañable para sus amigos, ese poeta gozador de la vida, el buen vino y el amor que, junto con otros de su generación, buscaba en esos años el íntimo enlace de la palabra con la realidad política de un mundo en conflicto, en el que se vislumbraba la esperanza de su justa transformación.

Y fue así que, en la casa de Walsh, escuché esa charla entre el poeta y su amigo sobre la gestación de procesos revolucionarios en América Latina que tanto se había discutido durante las deliberaciones de la Organización Latinoamericana Armada Socialista (Olas), aquel año del 67 en Cuba.

La muerte del Che y la derrota de la guerrilla en Bolivia sobrevolaron los costados del diálogo. ¿Era posible la revolución en Argentina, donde imperaba desde 1966 la dictadura militar de Juan Carlos Onganía? ¿Cuál debía ser la participación de los intelectuales? ¿Podrían llegar a ser, ellos mismos, militantes revolucionarios?

La discusión -que para los dos no era sólo un ejercicio de la razón; implicaba la gestación de un profundo compromiso- terminó en el Politeama donde se despidieron con un abrazo porque en esos años los hombres no se besaban. Y se alejaron sabiendo que las respuestas estaban implícitas en los actos de sus propias vidas, tan enraizadas en los vaivenes de la intensa época en la que vivieron.

"...Y la historia de la alegría no será / privativa, sino de toda la pendencia / de la tierra y su aire, su espalda y su perfil, su tos y su / risa. Ya no soy / de aquí; apenas me siento una memoria / de paso. Mi confianza se apoya en el profundo desprecio / por este mundo desgraciado. Le daré / la vida para que nada siga como está", escribió Paco en un poema.

En los vertiginosos años 70, el poeta de la pasión por la belleza que se opone a la injusticia, llegó a ser combatiente de FAR y Montoneros. En esos años de anticipada alegría por una victoria que no fue, publicó "Todos los poemas", escribió la novela "Los Pasos Previos" y, preso en la cárcel de Devoto, entrevistó a los sobrevivientes de Trelew para el libro que tituló "La Patria Fusilada".

Como periodista, trabajó en diversos medios y en 1974 integró la conducción periodística y política del diario Noticias, junto con Juan Gelman, Rodolfo Walsh, Miguel Bonasso, Horacio Verbistky, Norberto Habegger y Gregorio Lebensohn.

El 17 de junio de 1976, fuerzas del ejército lo emboscaron en Mendoza cuando iba en un auto junto con su mujer Alicia, desaparecida desde ese día, su hija recién nacida y una compañera que pudo escapar al cerco y contar cómo murió Paco, el poeta y militante que había escrito: "Estar hablando, sostener / esta victoria, este puño, saludar, despedirme / Sin jactancias puedo decir /que la vida es lo mejor que conozco". Tenía 46 años. (Télam)
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Urondo (a la derecha), en un congreso de escritores realizado en Cuba en 1968.

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