Año CXXXVII Nº 49105
La Ciudad
Política
Economía
La Región
Opinión
El Mundo
Escenario
Información Gral
Policiales
Cartas de lectores


suplementos
Ovación


suplementos
ediciones anteriores
Salud 03/05
Página Solidaria 03/05
Turismo 30/04
Mujer 30/04
Economía 30/04
Señales 30/04
Educación 29/04
Estilo 29/04
Autos 27/04

contacto

servicios
Institucional

 martes, 09 de mayo de 2006  
EDITORIAL
La lucha contra el mal de Chagas

Los esfuerzos por controlar el avance del mal de Chagas no sólo se deben dar en las zonas endémicas sino también en las ciudades. Rosario ya posee unas 70 mil personas infectadas y la epidemia crece junto con la migración. Se requiere una mayor atención y nuevas y mejores respuestas al flagelo.

El último Congreso Nacional de Cardiología realizado en esta ciudad, entre otras conclusiones, sirvió para volver a poner en el centro de atención de las autoridades sanitarias el drama ya crónico del mal de Chagas. Es que esta enfermedad -una verdadera epidemia en algunas zonas rurales del interior del país- ha comenzado a crecer en las ciudades, a la par del incremento de las migraciones. Según reflejan los números, en la Argentina hay dos millones y medio de chagásicos, de los cuales el cinco por ciento están en la zonas urbanas no endémicas, y en Rosario habría unas 70 mil personas infectadas.

Desde luego, se trata de una enfermedad estrechamente vinculada a la pobreza y esta condición impone no pocas dificultades para luchar contra ella, comenzando por la industria farmacólogica que es reticente a producir los medicamentos, habida cuenta de que el sector afectado no posee los recursos para adquirirlos. Pero a este lamentable rostro del mercado, se le suma el desconocimiento de muchas personas de la infección que sobrellevan y el peligro que incuba la precariedad de las casas donde viven, en las que es casi imposible realizar tareas de desinfección.

Ante este cuadro de situación el Estado se convierte en la única alternativa posible para poner freno a la epidemia. Y si bien se reconoce que no es poco lo realizado en los últimos años, la contundencia de las cifras revela que todavía falta un largo camino para poder controlar la enfermedad. En primer lugar, se requiere implementar otros mecanismos para detectar la enfermedad fuera de las áreas endémicas, porque evidentemente los actuales no son suficientes. Y además, se deberían seguir sosteniendo las campañas informativas por distintos medios especificando la problemática que se vive en las grandes urbes.

Naturalmente, sobre cuestiones de fondo, la enfermedad no va a desaparecer hasta tanto se reduzcan fehacientemente la pobreza, la desocupación, el analfabetismo, la necesidad imperiosa de emigrar del lugar de origen para hallar una posibilidad de sobrevida. Por eso cualquier iniciativa que se desarrolle a nivel local o regional será siempre un paliativo si no se complementa con un plan nacional que aborde la situación desde distintas áreas. Y esta es una de las grandes deudas que posee el país de cara al futuro. Es tiempo de saldarla.
enviar nota por e-mail
contacto
Búsqueda avanzada Archivo

  La Capital Copyright 2003 | Todos los derechos reservados