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 martes, 09 de mayo de 2006  
Blair no entregará el poder a pesar de las presiones

Londres. - El primer ministro británico, Tony Blair, rechazó ayer la posibilidad de presentar un calendario para su salida del poder, afirmando que un plan de este tipo podría paralizar el trabajo del gobierno. Así salió al cruce del reclamo de un grupo de diputados del ala izquierda de su Partido Laborista, que exigen la fijación de un plan para el traspaso de poder al ministro de Hacienda, Gordon Brown, el candidato a sustituirlo. El premier se encuentra bajo presión después de los pobres resultados del oficialismo en los recientes comicios municipales, además de una serie de escándalos que afectaron la popularidad de su gestión.

La prensa británica anunciaba la declaración de una verdadera "guerra civil" dentro del laborismo. Al menos el lenguaje en el enfrentamiento por el poder es belicoso: se habla de conspiración, "sangre sobre la mesa" y "mentalidad de búnker". Según escribió el Times, "en el combate más mortífero de lucha interna para una generación", los partidarios del primer ministro británico, Tony Blair, y de su rival, Gordon Brown, han intercambiado golpes verbales que "amenazaban con aumentar y descontrolarse".

La sangre de los partidarios de Brown ("brownites") hervía después de la remodelación del gabinete del viernes, que elevó a posiciones clave a los defensores de Blair ("blairities"), y que fue vista por las filas de Brown como un intento de aplazar el traspaso de poder.

El recién nombrado ministro del Interior, John Reid, que lidera la ofensiva de los "blairities", dijo: "No hace falta ser Sherlock Holmes para saber que hay en marcha un complot". Los conspiradores, declaró, quieren relegar al laborismo al desierto político apoyando los valores del Viejo Laborismo. "Pero no ganarán", advirtió. No había duda de a quién tenía en mente: los "blairities" están convencidos de que la rebelión contra el primer ministro y jefe del partido está encabezada por un nucleo de conocidos "brownites" que llevan largo tiempo conspirando para derrocar a Blair.


Sangre sobre la mesa
Un chiste que circulaba ayer compara la postura de Downing Street con la de la película "El hundimiento", que escenifica el fracaso de los ayudantes de Adolf Hitler de aceptar la realidad durante los últimos meses de la Segunda Guerra Mundial. Sin embargo, de acuerdo con el análisis del Financial Times, Blair debería tomar nota de que aquellos que llaman a un traspaso del poder "se extienden más allá de los sospechosos habituales".

Entre los 50 diputados laboristas que se cree están dispuestos a firmar una moción que exija a Blair renunciar "dentro de un año", figuran moderados no identificados previamente como "brownites". Entre ellos se encuentra Estelle Morris, la ex ministra de Educación, quien dijo que Blair no "necesita otros seis meses para resolver su legado". Derek Wyatt, ex diputado leal, advirtió que habría "sangre sobre la mesa" si la sucesión no se resuelve antes de la conferencia anual del Partido Laborista en octubre. Según el Financial Times, al evitar la presión para traspasar el poder a Gordon Brown, Blair se ha embarcado en una "estrategia de alto riesgo".
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