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 martes, 09 de mayo de 2006  
Bush enfrenta otra batalla por la dirección de la CIA
En momentos de crisis y baja popularidad, el presidente nominó a un cuestionado militar como jefe de la agencia

Washington. - Como se preveía, y a pesar de las críticas tanto internas como opositoras, el presidente George W. Bush nominó ayer al general de la Fuerza Aérea Michael Hayden como nuevo director de la Agencia Central de Inteligencia (CIA). Sin embargo, la nominación del militar de 61 años todavía debe ser confirmada por el Senado, donde se prevé que será fuertemente resistido por dos motivos: por haber estado al frente del polémico programa de escuchas telefónicas secretas, impulsado por el mismo Bush, y por ampliar la influencia militar en los servicios de inteligencia, que desde el 11-S se encuentran en plena crisis.

Hasta el año pasado, Hayden encabezó la reservada Agencia de Seguridad Nacional (NSA) y ahora ejerce como adjunto del director de la Inteligencia Nacional, John Negroponte. De ser confirmado, sucedería en el cargo a Porter Goss, quien renunció el viernes pasado después de cumplir funciones por menos de dos años.

Según analistas, antes de la renuncia de Goss deben haber pasado muchas cosas tras bastidores. De otra forma no se explica que en tan poco tiempo, y justo cuando sus índices de popularidad son bajísimos, Bush decida separarse de su jefe de la CIA. Con la reciente reestructuración de su equipo en la Casa Blanca, el presidente esperaba recobrar con rapidez nuevos estímulos. Pero con el recambio en la agencia de inteligencia el panorama se volvió sombrío.

La sorpresiva dimisión de Goss dejó en claro que la situación de los servicios secretos del país es más caótica que nunca. Incluso el mismo Bush reconoció hace poco que, después de la errónea estimación en cuestiones de armas de destrucción masiva en Irak, no será fácil convencer al propio pueblo y al mundo de la calidad de los datos de los servicios secretos estadounidenses sobre el programa nuclear de Irán.


Una persona calificada
"El hecho de que en menos de dos años la CIA reciba un tercer director seguramente no operará como un sello de calidad", evaluó el ex vicedirector de la CIA John McLaughlin. Se prevé que será aún peor. Cuando estaba al frente de la NSA, Hayden fue el organizador y decidido defensor del programa secreto de escuchas telefónicas tras el 11-S, lo que fue denunciado por muchos legisladores como una violación a los derechos humanos.

A pesar de las voces contrarias, Bush defendió ayer la idoneidad de Hayden, a quien calificó de persona "extremadamente calificada para el cargo". En ese sentido, destacó sus más de dos décadas de experiencia en el sector de la inteligencia. "Mike conoce nuestra comunidad de inteligencia completamente", dijo.

Evidentemente, Bush quiere en el puesto a un hombre cercano a John Negroponte, que hace un año ocupó el cargo de director de Inteligencia Nacional, y que no se resista -como Porter Goss- a un recorte aún mayor de las atribuciones de la CIA. Parece que para el presidente esto fue tan importante que la esperada controversia en el Senado para él es el mal menor.


Trapitos al sol
Analistas opinan que, incluso si no existiera el tema del programa de escuchas, el proceso de confirmación de Hayden da a los demócratas una gran oportunidad para lavar los trapitos sucios. Varios senadores anunciaron ya que harán preguntas sobre los cuestionados interrogatorios a sospechosos de terrorismo en cárceles secretas de la CIA.

A esto se suma que muchos legisladores sienten un malestar de sólo pensar que un hombre de uniforme vaya a encabezar la CIA. Mientras que Goss tuvo que aceptar recortes de sus atribuciones en el marco de la reforma de los servicios secretos introducida por Bush, el secretario de Defensa, Donald Rumsfeld, amplió su control sobre las operaciones de espionaje.

"El Pentágono es cada vez más fuerte", dijo al Washington Post un ex funcionario de inteligencia. "¿Qué hará Hayden con un Rumsfeld que expande sus dedos con avidez?", se pregunta otro funcionario. "Esto será una lucha", anticipó.

Hayden de ninguna manera es considerado un estrecho amigo de Rumsfeld, pero igualmente queda suficiente material inflamable para el peleado proceso de confirmación. "Será una larga batalla que por mucho tiempo nos distraerá de otras cosas importantes", pronosticó un congresista republicano.
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Bush defendió al general Hayden.


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