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 martes, 09 de mayo de 2006  
Ideó, entre otras obras, la Casa de la Cooperación, en Urquiza 1555
Emilio Maisonnave, un arquitecto que dejó su huella en el patrimonio urbano rosarino
Se cumplen hoy 100 años del nacimiento de este profesional, que proyectó importantes edificios

Silvia Carafa / La Capital

Primero es una intuición, algo sutil casi ingrávido; después una presencia insistente, luego un proyecto y por fin una obra. Ese recorrido vivo queda por siempre en fachadas y paredes de las construcciones concebidas por urbanistas y arquitectos. Así, Emilio Maisonnave soñó decenas de formas para ocupar los espacios de la ciudad que crecía mientras corrían los tiempos del siglo XX. Hoy se cumplen cien años del nacimiento de este virtuoso arquitecto que logró con sus trabajos cambiar aspectos de Rosario y los edificios que proyectó forman parte del patrimonio local.

Realizó mas de 400 obras en las provincias de Buenos Aires, Córdoba, Entre Ríos, Santa Fe y en el Uruguay. Construcciones que sumadas representan unos 800 mil metros cuadrados de superficie en 60 años de trabajo. Pero las edificaciones no fueron su único legado, sus ideas y criterios se transformaron en decenas de artículos y publicaciones. Además de exposiciones en congresos y foros internacionales.

Su impronta en Rosario quedó inmortalizada en edificios como la casa central del Banco Provincial, en San Martín y Santa Fe; la sucursal Arroyito de la misma entidad; el conjunto de viviendas de Tucumán 1050; el paddock del hipódromo Independencia; una construcción de Córdoba y Laprida; y los panteones mutuales del Colegio de Escribanos y del Centro Unión Dependientes, ambos en el cementerio El Salvador.

Su trayectoria también incluye la sucursal del Banco de la Nación, en San Luis 1551; el reciclaje del edificio de la misma entidad en San Martín 750 y el edificio Casa de la Cooperación, en Urquiza 1555.

Declarado ciudadano ilustre de Rosario en 1996, don Emilio Maisonnave sorprendió con su capacidad creadora hasta pocos meses antes de morir. En julio de 1998, a los 92 años, presentó su libro "Crónica de los Franceses" en Rosario, donde recopila recuerdos de la emigración francesa que construyó el puerto y los ferrocarriles.


Los trazos hábiles
Cuando cursaba el secundario en el Otto Krause, Maisonnave recibió las primeras satisfacciones de las que luego acumularía por sus trabajos varias veces premiados. El príncipe de Gales visitó el lugar y elogió una escultura del por entonces joven estudiante.

Don Emilio nació en Mar del Plata el 9 de mayo de 1906 y pasó su infancia en Quemú Quemú, La Pampa, donde se trasladó su padre, un inmigrante de los Pirineos, pastor de ovejas y carpintero.

Se graduó en la Facultad de Arquitectura de Rosario en 1932 y combinó sus tareas en esta ciudad y en Buenos Aires. Trabajó junto a conocidos profesionales del área en el diseño y la dirección de decenas de obras para el sector público y privado. Hasta los 92 años fue consultor del estudio que hoy tiene su familia.

"Era adicto al trabajo, le dedicaba mucho tiempo", evocó su hijo Emilio, que es cónsul honorario del Consulado Francés de Rosario. Y recordó que su padre no utilizaba cámara fotográfica para recoger información sobre las ciudades del mundo que visitaba. "Escribía en cuadernos de viaje, que completaba con sus impresiones y dibujos hechos a mano alzada, actividad en la que era excelente", explicó.

En sus apuntes de viaje recogía datos sobre espacios urbanos y públicos, edificios, materiales, construcciones y tecnologías. Pero no era la única habilidad, matizaba las horas de tablero con tiempo libre en la carpintería. "Recuerdo que nos hacía juguetes de madera o con latas de masitas y les ponía motorcitos a vapor, para nosotros era una novedad", evocó su hijo.

Así, los trabajos de Don Emilio quedaron para siempre en Rosario, obras que hoy son parte del patrimonio de esta ciudad y que alguna vez fueron plasmadas en dibujos a mano alzada que ideó en sus cuadernos de apuntes. Un virtuoso que sigue vivo en cada edificio que lleva su impronta.
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Fachada del banco de Santa Fe y San Martín, una de las obras que realizó en la ciudad.

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