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 miércoles, 19 de abril de 2006  
Comienza hoy la Semana de los Pueblos Originarios
En Rosario viven unos 19 mil aborígenes en extrema pobreza
"Son los más humildes de la villa", advierte el cura Joaquín Núñez, director de Asuntos Indígenas de la provincia

Carina Bazzoni / La Capital

"Entre los pobres de la villa, los más pobres son nuestros aborígenes". El cura Joaquín Núñez, director de Asuntos Indígenas de la provincia, no emplea eufemismos para referirse a la condición en que viven las comunidades aborígenes en Rosario. Unos 6 mil hogares (según el último censo nacional) o unas 19 mil personas (de acuerdo a estimaciones de la dirección provincial) que habitan en media docena de barriadas ubicadas al norte y al oeste de la ciudad, donde "la mayoría sobrevive en una pobreza extrema", advierte Núñez. Y, aun en medio de esta situación, luchan por conservar sus instituciones sociales y tradiciones culturales.

Con esta realidad se celebra hoy el Día Americano del Indio y comienzan las actividades de la Semana de los Pueblos Originarios. Habrá talleres de reflexión sobre los derechos de estas comunidades, recreación de ceremonias tradicionales, espectáculos musicales y torneos de fútbol (ver aparte).

No existen en la provincia datos certeros sobre la cantidad de personas que integran las comunidades aborígenes. Los resultados provisionales de la encuesta complementaria de pueblos indígenas realizada por el Instituto Nacional de Estadísticas y Censo (Indec) hablan de 47.591 descendientes de primera generación del pueblo toba para la región de Santa Fe, Chaco y Formosa; y de 12.145 descendientes de mocovíes para Santa Fe y Chaco. Pero no considera otras etnias como guaraníes y wichís.

En la Dirección Provincial de Asuntos Indígenas sólo existen estimaciones, producto de la falta de un censo adecuado y de la constante movilidad que tienen estas comunidades. No obstante, se considera que existen entre 18 y 20 mil descendientes de aborígenes, en un 90 por ciento pertenecientes al pueblo toba y, en menor escala, mocovíes, collas, guaraníes y wichís "más dispersos y mimetizados con los criollos", sostiene Núñez.

La primera comunidad toba llegó a la ciudad entre 1950 y 1960. Empujados por la falta de trabajo, se asentaron en el barrio San Francisquito y desde ese momento las migraciones fueron frecuentes. Actualmente, los barrios suman una media docena, el más numeroso es el Municipal de Roullión al 4000. Allí conviven sectores que accedieron a planes de viviendas con las familias de los barrios Tacuarita y Cariñito, donde las condiciones de pobreza son más extremas. Tanto como algunos sectores del barrio Travesía (Juan José Paso al 1900), Los Pumitas, Bella Vista Oeste o Esquivel al 2000.

"En un altísimo porcentaje los aborígenes viven en condiciones de pobreza extrema, están desocupados, hacen changas y la mayoría vive del cirujeo y comen lo que levantan de la basura", asegura el director de Asuntos Indígenas. Y remarca que los mayores reclamos llegan a partir del acceso al trabajo, planes sociales y de vivienda.


Primero la tierra
El panorama no dista demasiado del que pinta el presidente de la Cooperativa de Trabajo de la comunidad toba, Miguel Medina, un chaqueño que llegó hace unos quince años desde la localidad de Roque Sáenz Peña. Pero Medina centra su reclamo en la propiedad de las tierras. "Lo primero que nos está faltando es la regularización de los terrenos que estamos habitando. La tierra es una parte fundamental para nosotros, para el desarrollo de la vida".

Además, entre los reclamos se suma la "inclusión y participación dentro del gobierno municipal, provincial y nacional, para poder discutir las políticas de Estado que tengan que ver con las comunidades -asegura- porque sabemos lo que necesitamos y queremos que nos escuchen".
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Pese a la exclusión, luchan por conservar sus tradiciones culturales.

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