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 sábado, 01 de abril de 2006  
Iluminados por la pasión
Doce mil leprosos realizaron anoche el banderazo

Lucas Vitantonio / Ovación

Sin discusiones, el banderazo ya es una marca registrada de la hinchada de Newell's. La irracional demostración de afecto hacia los colores del corazón en la previa del clásico escribió anoche un nuevo capítulo. Unas 12 mil almas repitieron el ritual de amor incondicional a la camiseta y le dieron un incalculable envión anímico al plantel para que deje la vida en cada pelota mañana en el Gigante de Arroyito y se quede con los tres puntos que le permitan seguir en las posiciones de privilegio del Clausura. Desde la ciencia y lo racional es un fenómeno inexplicable. Sólo se puede intentar una comprensión desde la pasión sin límites que genera el deporte más hermoso del mundo: el fútbol.

Anoche, pasadas las 20, la tribuna leprosa tenía un marco imponente. Claro que no se puede obviar que la movilización del pueblo rojinegro tuvo un condimento especial. Al paro de gran parte del transporte automotor de colectivos se sumó la inesperada ausencia de taxis. Dos razones que bien pudieron hacer fracasar la convocatoria masiva. Sin embargo, la gente se las arregló para tapizar de color y algarabía la cabecera Diego Armando Maradona.

Los himnos del corazón se adueñaron de la atmósfera del parque Independencia y las banderas desplegaron sus leyendas: "Nací leproso moriré de lepra", "Mi vieja me dio la vida, Newell's la alegría", "La lepra me brotó", y tantas más.

Las bombas de estruendo y los fuegos artificiales enmarcaron la salida de los jugadores, que se unieron al delirio y hasta desplegaron una bandera con un mensaje a la tribuna: "Gracias por todo a la hinchada que nunca abandona. El plantel".

Un hecho particular fue la presencia de varios bebés recién nacidos en brazos de sus padres, que ingresaron al campo de juego para sacarse una fotografía de espalda a la tribuna. Como una especie de bautismo para acceder al planeta leproso.

Entre los hinchas se destacó la presencia del hombre-parlante, es decir un fanático que se vistió con una caja donde había dibujado un parlante y sólo dejaba ver su cabeza, brazos y piernas. El disfraz es en alusión al primo de Arroyito.

Con el banderazo, el equipo de Pumpido ya comenzó la vigilia del clásico y habrá que ver si finalmente puede conseguir su domingo de gloria en las narices de su archirrival.

Fue conmovedora la despedida de los jugadores, donde los hinchas agitaron sus gargantas y bailaron bajo la batería de petardos, iluminados por la pasión teñida de rojo y negro.
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Anoche el Coloso presentó un marco espectacular.

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