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 sábado, 01 de abril de 2006  
La reivindicación del derecho a soñar

La historia no debe ser una entelequia (invención, irrealidad, ficción), debe ser una herramienta dinámica que nos enseñe a construir el presente garantizando la paz y la justicia social del futuro. El 24 de marzo de 1976 no es una fecha más en el calendario de lo aciago de nuestra patria, es el pico más alto del embate antidemocrático y anticonstitucional de los sectores dominantes a fin de garantizar el proyecto hegemónico trazado en las capitales imperiales.

El genocidio en la Argentina no comenzó en esta fecha sino desde la misma Revolución de Mayo, las guerras intestinas entre unitarios y federales, pasando por el exterminio de nuestros aborígenes con la implantación del proyecto de la generación del 80, la campaña del desierto, basado en el modelo de orden y progreso, civilización o barbarie, la proscripción de los sectores populares representados mayoritariamente por el radicalismo y el peronismo en distintos momentos de nuestra historia, y el silenciamiento hasta hoy de las minorías.

Ahora bien, podemos reafirmar que este fue el proyecto más criminal, sistemático y desembozado que aseguró desde la aplicación del terrorismo de Estado la persecución, la cárcel, el exilio, la muerte y la desaparición de todos militantes sociales, sindicales y políticos representantes de diferentes corrientes de pensamiento. Sentando así las bases para afianzar la aplicación del proyecto político económico neoliberal que tuvo su mayor expansión durante el menemismo y el delarruismo y cuya consecuencia fue la exclusión de millones de argentinos. Vale aquí la aclaración de que un excluido es comparable (como dice Gregorio Klimovsky) a los desaparecidos, es una persona sin derechos.

Hoy nuestro pueblo ha tomado conciencia y repudia cualquier acto despótico o dictatorial. A esta altura sabemos que cada acto cotidiano, por pequeño que sea, desde cada uno desde nuestros lugares, puede aportar a la consolidación de la democracia, de lo que significa vivir en ella, cuando respetamos las diferencias, cuando somos capaces de construir peldaño a peldaño una vida mejor.

A la larga, el sentir de las mayorías se hace presente, aun con todas las fragmentaciones y limitaciones, aun con todas las falencias del sistema, aun con que todavía hay mucho por hacer. Lentamente, muchos sueños de aquellos años hoy se han hecho realidades perfectibles: el desendeudamiento con el FMI, la inclusión social, la garantía presupuestaria para la educación de un porcentaje del PBI, y más cotidianamente, el medio boleto estudiantil, la recuperación del aparato productivo, la recuperación de la dignidad humana que brinda tener trabajo.

Reconocer que vivimos un momento histórico de proporciones inconmensurables, que nos brinda la oportunidad de protagonizar la etapa refundacional del Estado y consecuentemente la recuperación de la capacidad de soñar y de ejecutar con nuestras propias manos nuestro destino, el de nuestros hijos y el de nuestra patria.

Reivindicamos el derecho a soñar que la transformación es posible, que la justicia social depende de nosotros, que la solidaridad es un hecho cotidiano.

Como siempre, hay mucho que cambiar, pero gracias a la historia sabemos cuánto más nos acerca al cambio, luchar con alegría. Es por ello que desde lo más profundo de nuestro corazón agradecemos la posibilidad de poder luchar conjuntamente con las autoridades de la escuela, con los padres y con diferentes actores sociales de la comunidad para llevar adelante no la protesta sino la propuesta permanente de alternativas superadoras.

Lo hacemos con la misma alegría y con las mismas capacidades que lo hicieron las generaciones que sufrieron el terrorismo de Estado, con la convicción de que hoy no es necesario la violencia para la transformación de la realidad y que sí es imprescindible la movilización y organización para garantizar los derechos de todos mediante el crecimiento y el desarrollo sustentable de las potencialidades del conjunto social.

Carta elaborada por los alumnos del centro de estudiantes del Colegio Comunidad Educativa la Paz, de Rosario. Fue leída junto a padres y docentes, en el acto que realizó en la escuela, el 24 de marzo pasado, a 30 años del golpe.


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Los estudiantes del Colegio Comunidad Educativa La Paz.

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