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 martes, 22 de noviembre de 2005  
EDITORIAL
El tenis, orgullo argentino

El triunfo de David nalbandian en el Masters de Shanghai ratifica el gran protagonismo del tenis argentino en el plano internacional. Un deporte que desde hace tiempo se practica masivamente y que con planificación y criterio puede deparar mayores glorias

Desde hace largo tiempo el tenis ha dejado de considerarse un deporte de elite en la Argentina para ser practicado por miles y miles de personas de todas las edades. Las razones fueron varias y van desde la pasión que desató el seguimiento de la campaña de Guillermo Vilas durante la década del setenta, los cambios que se produjeron en la promoción de torneos profesionales y la mayor participación de empresas comerciales apoyando la actividad. Sin embargo, hay que reconocer que la mayoría de las familias cuyos jugadores se destacaron no recibieron demasiada ayuda oficial y debieron realizar costosos esfuerzos para que sus hijos lograran cierto nivel de competitividad. Así y todo, es notable la cantidad de jugadores que la Argentina ha colocado entre los cien mejores del mundo en los últimos veinte años.

Y anteayer el tenis le dio al país una jornada que quedará en la historia grande, con el triunfo del cordobés David Nalbandian sobre el suizo Roger Federer en la final del Torneo de Maestros realizado en Shanghai. Aunque esa copa -que reúne a los ocho mejores jugadores del año- también será inolvidable porque fueron cuatro los tenistas argentinos protagonistas y dos llegaron a semifinales. Lo cual pone de manifiesto el excelente año que tuvo el tenis en el plano internacional, a pesar de que no se llegó a la final de la Copa Davis, la gran deuda pendiente que esta nueva camada de jugadores prometió alcanzar.

Hay además detrás de ellos un fenómeno que lejos de agotarse se acrecienta año a año, el cual ni la crisis del 2001 logró frenar. Hoy se puede decir que la Argentina cuenta con una mejor infraestructura de canchas por iniciativa de los clubes o emprendimientos privados y con un vasto número de profesores calificados. Incluso, muchos jugadores extranjeros llegan al país para asistir a clínicas o bien directamente permanecen una larga temporada procurando mejorar su juego.

No obstante, queda el interrogante sobre lo que sucedería si esa enorme cantera de chicos que una o dos veces por semana practica en sus clubes contase con mayor asistencia y posibilidades de competir en torneos con mayor continuidad. Quizá se estaría hablando de una nueva generación de talentos capaces de escalar puestos en el ránking de la Asociación de Tenistas Profesionales (ATP). Pero eso no ha ocurrido y es el desafío que queda por delante.

Mientras tanto, vale el reconocimiento a los jugadores por todo el despliegue realizado este año que les permitió llegar aún más lejos de lo esperado. Y la bandera argentina agitándose en el estadio cubierto de Shanghai fue la mejor retribución para el país.
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