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 miércoles, 07 de septiembre de 2005  
Newell's mereció más, pero se quedó con ganas

Luis Castro / La Capital

¿Sirvió el empate para comenzar a cicatrizar la enorme herida producida por la eliminación en la Sudamericana a manos de Central? Será muy difícil, aunque la respuesta dependerá del cristal con que se lo mire. Las sensaciones acumuladas una vez que el marcador selló el empate en dos con Banfield fueron disímiles. La gente apoyó al equipo y le dio aliento para que se recupere de aquel mazazo canalla, aunque también mostró algo de fastidio en el cierre por el triunfo desperdiciado. Es que Newell's, sin lucir demasiado, mostró síntomas de mejoría y fue levemente superior, pero desaprovechó una nueva oportunidad de sumar de a tres.

El duelo había generado una inusitada expectativa después de la derrota en el clásico. La consigna, para Newell's, era ganar o ganar para comenzar a recobrar el crédito desvanecido. En busca de esa meta, Juvenal Olmos -que parece haber dejado de lado a algunos titulares- tuvo que disimular las ausencias de Ariel Ortega (por "problemas personales"), Spolli (lesionado) y Belluschi, y apostó a los juveniles Formica y Garay.

Newell's, invicto en casa desde hace 21 partidos, fue el que intentó desde el inicio y atropelló a un rival que vino decidido a no arriesgar demasiado. La pelota pasaba por los pies de los rojinegros, pero no lograba romper la barrera defensiva. Por eso las aproximaciones al arco de Santillo se reducían a remates de media distancia. Con penas y bostezos se consumió el primer capítulo, que mostró al equipo rojinegro intentando ser el protagonista.

Había que arriesgar más y ser más incisivo. Esas parecieron ser la consignas impartidas por el chileno. Y eso tiene algo a favor y algo en contra: se puede llegar más asiduamente al arco adversario, pero también se pueden generar espacios en el fondo. Por eso la primera zozobra se vivió en el arco leproso, cuando Lujambio aprovechó un descuido defensivo y se fue rumbo al gol después de dejar a Villar en el camino. Cuando sólo tenía que tocar la pelota para empezar a festejar, apareció la pierna salvadora del Colorado Ré.

Lucero y Scocco pusieron en apuro a Santillo, algo que sirvió para demostrar que se podía. Silva fue insoportable para la defensa visitante y de tanto buscar tuvo su premio, cuando de atropellada despertó la ilusión de su gente.

El Taladro se vio obligado a arriesgar, y sin demasiado esfuerzo puso las cosas iguales.

Newell's tuvo que empezar a remar de nuevo. Ya sin Maidana en la cancha, no perdió la vocación ofensiva y a través de Osorio logró lo que parecía la victoria que permitiría dar los primeros pasos hacia la recuperación.

Pero faltaba la última pelota, que fue muy dolorosa. El Tanque cometió una infracción y se fue de la cancha por doble amarilla. Ni Maidana ni Silva estaban para defender. Por eso el pelotazo al corazón del área cayó en la cabeza de Civelli, que desvió la pelota y la mandó a chocar contra la red.

La imagen final se asemejó a la de una derrota. Newell's hizo méritos para volver a creer en sí mismo, pero no fue suficiente. Apenas sumó un punto, muy poco para lo pretendido. Y no pudo desahogarse.
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Scocco lucha con Leiva.

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