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 domingo, 04 de septiembre de 2005  
México: los colores de la ciudad sin sol
Un recorrido por el Distrito Federal a través de la lente de una fotógrafa de La Capital

El Distrito Federal de México alberga 28 millones de almas. La ciudad está construida sobre ruinas indígenas edificadas en un terreno bajo que alguna vez fue una laguna. Es también una de las capitales con más polución ambiental del mundo, lo que tiñe su cielo de un continuo gris plomo. Este cuarteto de aspectos conforman una ciudad multitudinaria y colorida donde las construcciones indígenas conviven con las más modernas y de avanzado diseño bajo un cielo plomizo que se impone al sol y las estrellas y que es testigo del hundimiento paulatino de los edificios que hoy la habitan. La fotógrafa de La Capital Celina Mutti Lovera captó las imágenes que ilustran esta nota, en un recorrido que se extendió a medida que las rupturas cotidianas irrumpían más allá de la cámara.

Los nativos de DF son simpáticos y abiertos a los visitantes, lo que permite al viajero colarse en la vida cotidiana de la ciudad. Las calles superpobladas mantienen, aunque sea en el tránsito, la idea de un lugar público, concurrido, espacio de acontecimientos. Entre otros, las comidas al paso, una costumbre que no reconoce diferencias de clase. Es tan común encontrar a un operario, un obrero, un artista como a un empleado de grandes corporaciones saboreando unos tacos cargados con rellenos jugosos, y con la habilidad necesaria como para que esos jugos no terminen en sus ropas.

En una ciudad con casi 30 millones de personas, cualquier acontecimiento suma mucha gente y diversidad. Una variedad de rostros y formas de vestir que conjugan la moda europea, las influencias del "gran país del norte" y las propias tradiciones.

Junto al colorido, las comidas se hacen sentir en las calles con sus aromas picantes y fuertes, que acompañan su "sabrosura".

Las plazas mantienen su vida propia y comunitaria. La central, el Zócalo, trasladó su denominación al resto de las plazas fuera de DF. En particular, el Zócalo debe su nombre a su cualidad de obra incompleta, a un proyecto trunco, un espacio al que no llegaron los pisos ni los árboles y quedó entronizado como una enorme explanada en el centro de la ciudad, que en DF coincide a la vez con su centro histórico.
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La avenida principal del Paseo de la Reforma, en el centro del DF.


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