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 miércoles, 24 de agosto de 2005  
Desde el comienzo

En las primeras etapas de la vida los cromosomas envían información a la psiquis que sumados a otros factores terminarán de definir la identidad sexual.

El óvulo de la mujer posee 23 cromosomas, uno de ellos es el sexual (X). Por su parte, el espermatozoide posee un cromosoma X ó Y. Si se unen los cromosomas XX, el bebé concebido será una nena y si se juntan los XY será un varón. Aunque también existen alteraciones genéticas. En este campo, la biología molecular descubrió cuáles son los genes que producen determinadas proteínas y factores, que a su vez, estimulan otros genes y son los responsables de formar la estructura que dará lugar al ovario o al testículo. En nuestro país estos estudios recién están comenzando.

La tendencia natural es a generar más mujeres que hombres, porque ellas necesitan sólo el cromosoma X. En cambio, para el desarrollo genital del hombre no hace falta el cromosoma Y completo, con la presencia de un solo "pedacito" se desarrollan los testículos. Frente a alguna falla genética el organismo tiende a formar mujeres.

Una vez fusionados los cromosomas, dentro del embrión se forman dos conductos: el de Wolff, que desarrolla las estructuras masculinas, y el de Müller, que se encarga de las femeninas. Por eso, en los comienzos de la vida el embrión posee los dos sexos. Entre la octava y la 14ª semana de gestación recién se forman las estructuras genitales. Allí es donde el desarrollo hormonal jugará a favor de uno u otro sexo.

El estrógeno (hormona femenina) tiene la función de desarrollar el conducto femenino, la trompa, el útero y los dos tercios de la vagina, y a la vez se ocupa de destruir el conducto de Wolff (masculino). Esa misma hormona forma los genitales externos femeninos.

En el caso del varón necesita tres hormonas para formar su aparato genital. Una de ellas es la testosterona que desarrolla el conducto de Wolff, el espidídimo (lo que está alrededor del testículo), el conducto deferente y las vesículas seminales. A su vez, forma una hormona que destruye el conducto de Müller (femenino). La tercera es la dihidrotestosterona que forma los genitales externos.
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