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 lunes, 20 de junio de 2005  
Impacto ambiental del autódromo

Desde hace muchísimo tiempo atrás, se viene hablando sobre los problemas que surgen por las actividades desarrolladas en el Autódromo "Juan Manuel Fangio" de nuestra ciudad. El impacto ambiental negativo proviene de los ruidos de los motores de automóviles que se dan cita en el mismo, ya sea en jornadas de pruebas, competencias o picadas nocturnas. En primer lugar, debemos decir que los reclamos actuales de los vecinos son absolutamente atendibles, pero también es necesario repasar -lo que entiendo debe saberse para comprender la situación- el porqué se ha llegado a esta situación, en la que aparentemente existe un divorcio y una incompatibilidad entre este lugar y la tranquilidad de los habitantes de esa zona. Una zona que ha tenido un crecimiento sostenido en los últimos 20 años. Es importante destacar que la construcción del Autódromo de Rosario se hizo hace más de 23 años, para dar respuestas a las inquietudes de los aficionados del deporte motor y como un atractivo más para nuestra ciudad y su zona. De esto nadie tiene ninguna duda. Con el correr del tiempo, la zona fue creciendo urbanística y demográficamente hasta llegar a lo que es hoy. Esto no debe hacernos perder de vista lo que a mi entender debe ser -como en toda ciudad moderna- poder compatibilizar los diferentes usos urbanos. Más aún por tratarse de un lugar ubicado en un espacio público, como lo es el parque de los Constituyentes y su integración con las zonas residenciales aledañas. Es de destacar que, para hablar de ciudad moderna, debemos encontrar las soluciones adecuadas. En este caso, entre el desarrollo urbano habitacional y la actividad deportiva mecánica y de esparcimiento. Para ello, se deben adoptar soluciones, tal como hace muchísimo tiempo atrás fueron aplicadas en otras partes del mundo. A modo de ejemplo, están los autódromos europeos de Hockenheim (Alemania) y Spa Francochamps (Bélgica), donde los circuitos se encuentran enclavados en parques con una predominante masa boscosa, no solo en su zona aledaña, sino en las franjas de terrenos y calles perimetrales internas y externas a los mismos. Allí, el aglomerado arbóreo actúa como barrera ecológica, atenuando en forma considerable la propagación de las ondas sonoras y del viento y reduciendo a la mínima expresión el impacto ambiental negativo sonoro, hacia los poblados cercanos. En este sentido, en el año 1996 fue presentado por el bloque de concejales del Partido Demócrata Progresista un proyecto de decreto por el cual se le encomendaba al Ejecutivo Municipal forestar el área circundante (interna y externa) del Autódromo Municipal. Demás está decir que, de haberse realizado esto en su momento, contaríamos en la actualidad con una barrera ecológica consolidada, con especies arbóreas de casi 10 años de antigüedad y no estaríamos hablando de este problema. Una solución ecológica, para un problema urbano actual.

Julio Debernardis


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