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| jueves,
19 de
mayo de
2005 |
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Charlas en el
Café
del Bajo
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-"Una ráfaga lo envolvió de pronto, súbitamente, contra su voluntad -al menos contra su voluntad consciente- y se apoderó de él.
-Una historia tenemos hoy.
-"Se sintió preso de esa extraña energía, sometido, oprimido y quemado porque la ráfaga era una llama, puro fuego. Un fuego extraño que sólo él podía ver porque los que estaban a su lado no se dieron cuenta de que estaba ardiendo desesperadamente.
-El fuego de las pasiones.
-"Poco a poco aquella llama fue avanzando por su esencia hasta transformarla. Al principio no advirtió el cambio, y cuando por momentos de lucidez lograba ver lo que estaba sucediendo luchaba, denodadamente, pero también sin lograr resultados que lo tranquilizaran. En esos instantes de conocimiento su existencia era desasosegada, una lucha entre el fuego y las aguas imperceptibles que trataban, vanamente, de extinguirlo.
-La eterna lucha en el interior del ser humano.
-"Pero la situación era sorprendente, porque cuanto más se afanaba por liberarse de la llama más avanzaba. Su desesperación, en esos momentos en que advertía la realidad era extrema. Aquella energía lo estaba consumiendo.
-La derrota presumida.
-"Por un tiempo su mente se obnubiló y se mantuvo adormecida, como fondeada en un sopor existencial. Fue entonces cuando el fuego avanzó hasta devorarlo por completo. Cuando volvió en sí se dio cuenta de que "él" no era "él". Su "yo" había desaparecido. Ya no luchaba y, en consecuencia, tampoco estaba desanimado.
-¿Qué había sucedido?
-"Minuciosamente comenzó a revisarse y vio que en realidad ahora era la llama, el fuego, miles de fuegos que daba vida a un infierno. Terminó aceptando, sin dudarlo, que la pena había pasado, que la desesperación había cedido porque la lucha había cesado, porque "él" ya no era "él" sino el fuego y ningún fuego puede luchar contra sí mismo; ningún fuego puede quemarse.
-Es cierto, el mal no puede provocarse daño porque su propia esencia lo impide.
-"Comprendió pues que estaba en él, que él era el mismo infierno y, liberado de la angustia de manera tan sorpresiva como inesperada, lanzó una burlona carcajada que retumbó en todo el universo. Su risa era desafiante y ufana. El, que había andado buscando por el tiempo y el espacio la verdad, esa que lo liberara de la esclavitud, había descubierto, sin quererlo, sin buscarlo, que la libertad estaba en el infierno.
-¡Qué panorama tenemos hoy!
-"Se creía libre y aquello era un verdadero éxtasis: no padecía culpas, ni angustias, ni soledades, no necesitaba ocuparse y mucho menos preocuparse. Sentía que había traspasado todos los límites conocidos y que estaba en un nivel de existencia en donde las pasiones no existían. Sencillamente ya no era el sujeto de ellas sino que era la misma pasión: no sentía, sólo actuaba, sólo ardía.
-La transformación absoluta.
-"Reafirmado ese estado, otra carcajada rasgó el velo de su infierno y se elevó hasta los cielos.
-Risa triunfante y despectiva.
-"Inmediatamente exclamó: "¡Al fin! ¡Estoy liberado, liberado y por el camino del mismo infierno! La salvación, la paz -reflexionó- no se logra por vía del amor, sino cuando la esencia personal se transforma en puro infierno. Y dicho esto volvió a gritar con más fuerza: "¡Estoy liberado!" Pero de pronto cesó el grito y calló la risa. Reparó en lo que acababa de decir: estaba liberado, es decir... estaba, era él, pensaba y analizaba. De nuevo la tristeza y otra vez la lucha, esa lucha que no había terminado.
-Entonces...
-Entonces las deducciones corren por su cuenta, Inocencio. Hasta mañana.
Candi II |
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"Trato de juntarme con el sentimiento de mi pueblo porque estoy harto de las presiones corporativas"
Néstor Kirchner
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