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 viernes, 13 de mayo de 2005  
A un mes de la masacre en Coronda, un carcelero rompió el silencio
"Mi compañero dejó que todo siguiera"
Lo dijo Oscar Yosviak, uno de los dos rehenes tomados por los presos del pabellón 7. El guardia puso en duda el accionar de su colega Eduardo Marchesín, a quien acusó de querer "arreglar" lo que iban a declarar

Uno de los dos guardiacárceles que estuvieron como rehenes en la masacre perpetrada en la cárcel de Coronda el pasado 11 de abril, que terminó con 14 presos rosarinos asesinados, rompió el silencio al cumplirse un mes de la tragedia. En su testimonio, el uniformado no sólo sembró dudas sobre la actuación de su compañero durante aquel día, al dejar que "todo continuara", sino que también sugirió que el hecho haya sido una "entrega" de algunos agentes del Servicio Penitenciario. Y manifestó que el juez que investiga el episodio recibió un plano de la penitenciaría que no se ajusta a la realidad y que podría incidir en sus evaluaciones.

Oscar Yosviak habló en forma exclusiva con la revista santafesina Entre Líneas. En su testimonio sostuvo que el otro guardia que fue rehén, Eduardo Marchesín, permitió que "todo continuara" (en referencia a la revuelta) y recordó que en un momento tuvo la posibilidad de huir de su captor, un preso al que identificó como el Chino Maza, pero en cambio le salvó la vida y le permitió que siguiera teniéndolo cautivo.

Además, el guardiacárcel acusó al Servicio Penitenciario (SP) de haber enviado al juez Jorge Patrizi un plano de la cárcel con un portón "ficticio", que de haber existido, realmente hubiera permitido evitar la masacre. "Le agregaron un portón más al plano. Hay una galería en la que actualmente hay dos portones y figuraba un tercero. Ese, que es ficticio, es el que supuestamente aísla al 7 de los demás pabellones. De haber existido ese portón no se hubiese cometido la masacre porque se cierra y queda focalizado el conflicto", dijo Yosviak.

Al respecto, el juez Patrizi dijo ayer a La Capital que el plano en cuestión "es una infografía publicada por el diario Clarín el domingo 17 de abril en la cual, efectivamente, está mal ubicado un portón".


El comienzo
"De golpe aparece uno de los presos por la escalera. Lo extraño es que no se había sentido ruido de rotura de candado ni nada parecido y además es más raro aún que un interno se anime solo a encarar a dos guardias. Lo cierto es que tenía dos facas y yo, por instinto natural y para sobrevivir agarro una silla y empiezo a pelearlo", dijo Yosviak sobre el inicio de la revuelta.

Pero lo sorprendente para el joven carcelero es que "cuando el preso aparece, Marchesín no reacciona y le dice: «Tranquilo Chino, hacé las cosas bien». Lo recuerdo patente". Y dijo no saber cómo su compañero sabía la identidad del preso, de apellido Maza, "porque estaba todo encapuchado, con uno de esos cuellos polares y no se le veía la cara".

Tras ello, el carcelero recordó que cuando lo trasladaron al pabellón 11 (donde fueron asesinadas 9 de las 14 víctimas) "todos estaban dentro de sus celdas porque hubo una pelea y los habían encerrado. Los internos gritaban y ya sabían lo que se venía. Empezaron a buscar uno por uno y me hacían abrir las puertas. Entraban y se sentían los gritos de desesperación, era una carnicería. Tenían una lista y los iban buscando de a uno", recordó el carcelero.

Asimismo, Yosviak explicó que comenzó a sospechar que los presos no pudieron actuar sin colaboración del SP cuando estaba internado y lo visitó un alcaide, quien en privado le pidió que falseara algunos detalles de su declaración. "También vino el otro guardia que había sido tomado de rehén conmigo (Marchesín), no parecía preocupado en nada. Yo me alegré de verlo, le pregunté si le habían pegado mucho y él sólo se ocupó de dejarme en claro que teníamos que «ponernos de acuerdo en lo que vamos a declarar»", agregó Yosviak.

El carcelero añadió que, en esa circunstancia, Marchesín le contó un hecho insólito ocurrido cuando el preso Maza trastabilló y quedó colgado a cinco metros de altura, y en vez de aprovechar eso para huir, lo ayudó para que continuara teniéndolo como rehén. "Marchesín me confesó que cuando el Chino Maza lo llevaba de rehén por los techos se resbala y queda colgado, a unos cinco metros de altura. Increíblemente, mi compañero lo ayudó a levantarse, le salva la vida y luego todo vuelve a sus carriles normales", expresó.

Y agregó: "Es decir, Marchesín vuelve a su situación de rehén. No sale corriendo, no aprovecha para salvar su vida, lo ayuda y permite que todo continúe como si se tratara de un jardín de infantes".

También consideró sospechoso que Marchesín le haya contado que los presos le devolvieron las esposas y el celular que le quitaron cuando se inició todo. "Debe ser la primera vez que los presos devuelven ese tipo de elementos y mucho más el celular, que vale oro para ellos. Además, a él no le pegaron, no le hicieron nada", completó.

El guardiacárcel aseguró luego que los presos santafesinos que mataron a sus pares rosarinos no estaban bajo los efectos de drogas, tal como aseguraron los negociadores. "Para nada, tenían en claro lo que querían hacer y eso es lo que agradezco, el hecho de que hayan estado frescos, de lo contrario me mataban. Si hubieran estado papeados yo no estaba acá", agregó.

Además, contó que un compañero lo visitó en su casa y le dijo: "mirá, se sospecha que fue una entrega".

"Yo al principio interiormente me lo negaba, cómo iba a pensar así de mi compañero, pero después, atando cabos, llegué a otra conclusión. De hecho, quien me fue a visitar fue el que preguntó «¿cómo supo tu compañero que el preso que los sorprendió a ustedes era el Chino si estaba todo encapuchado»", concluyó.
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Para Yosviak, algunos permitieron que se cometiera la masacre.

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