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 viernes, 13 de mayo de 2005  
Efemérides
Un 13 de mayo

Guillermo Zinni / La Capital

De 1957: Muere el actor y director Erich von Stroheim, el "cineasta maldito"
Algunos consideran que en más de cien años de historia -si bien existieron y existen grandes maestros del cine- tal vez sean sólo tres los cineastas a los que puede calificarse de genios: David W. Griffith, Erich von Stroheim y Orson Welles. El menos conocido de este trío es el austríaco Erich von Stroheim, quien también fue llamado el "cineasta maldito". Maldito para la industria e incómodo para los paradójicos antivalores de la sociedad norteamericana del Hollywood de los años veinte. Su verdadero nombre era Erich Oswald y nació en Viena en 1885 en el seno de una familia de religión judía. Su infancia coincidió con un nuevo brote de antisemitismo en Austria y cuando a los 20 años fue llamado a filas luego de seis meses de entrenamiento se transformó en desertor y emigró a los EEUU. Allí desempeñó los oficios más diversos, hasta que en 1914 se estableció en Hollywood. Tuvo un irrelevante comienzo como actor bajo las órdenes de Griffith y debido a su apariencia cruel pronto se lo encasilló en papeles de villano. Adoptó el nombre artístico de Von Stroheim para subrayar sus típicos personajes de aristócrata militar prusiano de modales despóticos. En 1919 debutó como director de películas mudas con "Esposos ciegos" (Blind Husbands, 1919), filme en el que demostró de entrada su sofisticado detallismo y al que siguieron "La ganzúa del diablo" (1920), "Esposas frívolas" (1922) y "Los amores de un príncipe". Su obra maestra fue "Avaricia" (Greed, 1924), una película magistral e irrepetible en la historia del cine que rompió con todos los moldes de su época. Luego vendrían "La viuda alegre" (1925), "La marcha nupcial" (1928), "La reina Quelly" (1928) y "¡Hola hermanita!", su único filme sonoro. En casi todas ellas Stroheim tuvo problemas con la censura que imponía la maquinaria de Hollywood. Víctima de las coaliciones puritanas se le prohibió rodar a los 43 años, por lo que decidió dedicarse por completo a la actuación. Durante su corta carrera como director realizó un retrato impresionante sobre la codicia del ser humano, sus facetas más animales, su egoísmo y su crueldad ilimitada, por lo que algunos sostienen que se trata de los mejores productos del cine mudo de EEUU. Se trasladó a Francia a mediados de la década de 1930 donde intervino como actor en numerosas películas sonoras, entre otras, en "La gran ilusión" (1937), de Jean Renoir. Volvió a EEUU para intervenir en los filmes "Cinco tumbas a El Cairo" (1943) y "El crepúsculo de los dioses" (1950), donde interpretó a un personaje en cierto modo autobiográfico. Falleció el 13 de mayo de 1957.

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