Año CXXXVIII Nº 48742
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 lunes, 09 de mayo de 2005  
Editorial:
Memoria de la Segunda Guerra

El 60º aniversario del fin de la Segunda Guerra Mundial, tras la rendición incondicional del régimen nazi, es una conmemoración que no debería pasar como una efeméride más en nuestro país, sólo registrada a través de los medios de comunicación o por pequeños actos, más ligados al cumplimiento formal que a las convicciones y sentimientos. Debería formar parte de un ejercicio de memoria ineludible en todas las instituciones educativas y democráticas del territorio. Por muchas razones.

La vida política y económica de la Argentina no estuvo ajena al contexto de lo que se desarrollaba en los países europeos en ese período. Las Fuerzas Armadas estaban formadas en una escuela de profundo autoritarismo e intervencionismo, por el cual no vacilaban en pisotear las instituciones democráticas ante lo que ellos consideraban una situación de inestabilidad. El miedo, el terror, la tortura, la mentira y la falta de libertad de expresión fueron casi una constante en el siglo pasado. Y muchos de los métodos aplicados tuvieron andamiaje en el Tercer Reich.

Las nuevas generaciones y seguramente muchos de los adultos ignoran las causas por las cuales se desató la conflagración mundial y cuál fue el saldo final de la contienda. Hitler, desconociendo los tratados internacionales, inició su política expansionista anexando territorios. Cuando ocupó Polonia, decidieron intervenir Francia e Inglaterra y en agosto de 1939 se desató la guerra. Seis años después, la pérdida en vidas había sido de 20 millones de soviéticos, cerca de ocho millones de alemanes, 800 mil franceses, 400 mil ingleses y unos cinco millones de judíos en los campos de exterminio. Se estima que costó un total de 50 millones de vida. Y otros tantos con secuelas psicológicas.

Se trató de la mayor tragedia en números que haya desatado una guerra. Por eso, desde allí en adelante, la lucha por la paz y por las libertades adquirió un nuevo significado. Un desafío permanente a defender y desarrollar que debe librarse en todos los rincones del planeta, porque el germen del totalitarismo, la demagogia y el terror no ha desaparecido. Sigue incubándose y atento a una oportunidad para tomar cuerpo en aquellas sociedades que no aprenden debidamente las lecciones que les ofrece la historia.
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