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 sábado, 30 de abril de 2005  
La Lepra sumó un punto de oro en un partido siempre impredecible
Newell´s empató 3 a 3 con Racing en Avellaneda

Gustavo Conti / Ovación (enviado especial)

Un poco de coramina, por favor. El hincha rojinegro va a tener que pasar por un cardiólogo para poder ir a la cancha. Su equipo lo hace sufrir, lo hace encender, lo hace apagar, lo hace emocionar. Juega con su psiquis pero le deja la sensación de que siempre puede esperar algo más. En su propio desequilibrio encuentra la razón por la cual Newell's termina jugando con el corazón, algo que hasta ahora le alcanza para mantenerse vivo. Porque más allá de que está en declive respecto del torneo pasado, y a falta ya de expectativas para defender el título, sacó un puntazo bárbaro en la cancha de Racing en un 3 a 3 para el infarto que le permite enfilar hacia la Copa Sudamericana.

Para quien a Newell's no le va ni le viene, sin dudas que este equipo de Ribeca lo seduce más que el de Gallego. Claro, si hay algo que prometen los rojinegros son emociones fuertes. A ver: 3-4 ante Instituto, 4-2 con River y 3-3 anoche. Quien quiera goles y situaciones no puede entonces dudar en ver a la lepra, porque nunca se sabe qué puede pasar.

Newell's es una manta corta. Al menos esa imagen dejó en el segundo tiempo, porque en el primero ni eso. Pese a algunas aproximaciones, fue una invitación al suicidio y Villar no sabía qué hacer para no ver tan seguido a la pelota.

Racing le tomó el tiempo a las vacilaciones leprosas, con Simeone de abanderado y Romero de punta de lanza. Aprovechó el híbrido esquema rojinegro de jugar con cuatro en el fondo, pero que casi siempre eran tres por el inseguro adelantamiento de Vella, y el gol tardó pero llegó como lógica consecuencia luego de que un jugador local, en este caso el Cholo, ganara por enésima vez en el juego aéreo, la pelota diera en el travesaño y Cabral la empujara pese al esfuerzo del pobre Ré.

Racing aceleraba y entraba por donde quería. Y el empecinamiento de Ortega, más el estatismo de Capria y Esnaider, hacían impensada cualquier reacción. Pero fueron ellos (el marplatense no tanto) los que cambiaron en el complemento. Newell's empezó a tomar más contacto con la pelota y a jugar al golpe por golpe.

Empató Capria e hizo callar al Cilindro, pero Romero apareció solo por izquierda para fusilar enseguida a Villar. Empató Zapata de cabeza y Racing empezó a dudar de si mismo y a verse en el espejo rival. Pero otra vez Romero la mandó a guardar tras un pase de Barrado, en la única falla de Ré.

Y en el que pase lo que sea del complemento Ortega se elevó solito con su metro setenta y pico para desnudar también los errores de Racing y celebrar como loco su segundo gol de jugada en Newell's.

Y hubo más. Y pudo ser para cualquiera. Y al final Newell's suplió con corazón lo que le faltó de estrategia y orden, llevándose el punto que lo acerca a su primera copa continental en 12 años. Ahora debe disfrutarlo, pero más temprano que tarde deberá salir de esta parafernalia que lo envuelve, donde pese a los testazos salvadores de Zapata y Ortega sigue sufriendo horrores defensivos y hasta le agregó vacilaciones impensadas en el juego aéreo. Es que hoy, Newell's está de la cabeza.
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Cabral y Esnaider la pelean arriba. El Burrito también lo intenta.

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