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 domingo, 20 de marzo de 2005  
Impresiones de los internos de la cárcel de Coronda (Primera nota)
"Acá te acuchillan por cualquier cosa"
En la prisión más importante de las 6 que existen en la provincia hay 1.400 internos. De ellos el 70 por ciento son rosarinos y sólo 757 están condenados. Hay menos muertos pero el nivel de conflicto entre presos es alto

Leo Graciarena / La Capital

El motín de febrero último en la cárcel cordobesa de San Martín, que terminó con ocho muertos, expuso nuevamente las pésimas condiciones en la que los presos viven en prisión. Mientras las cifras oficiales destacan una marcada disminución del conflicto y de las muertes violentas en la cárcel de Coronda, los internos de la prisión aseguran que "es verdad que hay menos muertos, pero acá te acuchillan por cualquier cosa". Según el Servicio Penitenciario de la provincia en 2004 decrecieron las muertes violentas en un 30% en relación al 2003, pero los presos hablan de un desplazamiento de contexto. "Antes había peleas, pero era el 10 por ciento de las que hay hoy en día. Puede que no haya muertos, pero siempre hay un apuñalado". Los internos de la mayor prisión de Santa Fe destacan la superpoblación en la unidad, la pérdida de los códigos de convivencia, el bajo promedio de edad de presos y guardiacárceles nuevos y el crecimiento de los denominados "pabellones evangélicos" como los distintivos esenciales del lugar.

Un chirrido y el sonido de un golpe metálico son las secas señales de bienvenida. Una vez que la puerta de hierro macizo de rejas se cerró, la libertad se quedó en la vereda. La prisión se inauguró en agosto de 1933 y allí viven sus historias de condenas y procesos entre 1400 y 1450 internos. La población de internos en Coronda crece a ritmo sostenido de la mano del aumento de los hechos delictivos denunciados.

Durante la década del 90 los hechos delictivos denunciados en Argentina pasaron de los 560 mil a superar el millón en 1999. Y estos números se tradujeron en cantidad de internos. En las 6 cárceles de la provincia había en 1990, 1.170 detenidos. Hoy esa población está cerca de los 2.600. En Coronda a principios de la década del 90 había 674 internos en 6 pabellones. Quince años más tarde, al 7 de marzo pasado, había 1.399 en 14 pabellones. De la actual población de la cárcel el 70 por ciento de los internos son rosarinos y sólo 757 tiene condenas firmes.

Luego de trasponer la guardia, pasar por debajo del emblemático torreón de agua -que se divisa desde la autopista- y transitar por la base operativa de los empleados del Servicio Penitenciario, se llega al muro de seguridad que separa las aguas. "De acá para allá mandan ellos y de acá para adentro nosotros con nuestros códigos", explicó uno de los internos.

En el interior de la prisión funciona una radio FM, que tiene un alcance hasta la ciudad de Diamante y "donde manda la cumbia santafesina" -según dicen los internos-, una escuela primaria y secundaria. Próximamente se inaugurará un aula virtual para carreras terciarias y universitarias. Los pabellones más codiciados son el 13 y el 14, sin olvidarse del 2, que es el que cuenta con el privilegio de la visita íntima. "El 13 y el 14 son los pabellones nuevos y el 2 es donde están los presos viejos, con los que se pueden manejar códigos", explicó uno de los silenciosos colaboradores del SP en la prisión. También hay talleres donde los presos trabajan.


Menos muertos, más conflicto
"Hay más conflictividad porque tenemos superpoblación. Cuando ingresé a esta unidad, en el 93, teníamos 6 pabellones y hoy existen 14, más el de autoexterna, que es en el que estamos los que tenemos salidas temporales. En aquella época éramos 800 internos y no había tanto conflicto". La síntesis la brinda Carlos Priotti, un cordobés de 38 años que hace 12 que está en Coronda y al que le faltan todavía 2 para la libertad condicional. Al ver y escuchar a Priotti queda claro que escapa al estereotipo arraigado en el prejuicio popular sobre el interno. No es "negrito, villero y analfabeto". Es referente entre los presos y un conocedor de las leyes. "Acá tu abogado no está todo el tiempo y si no sabés de leyes, te palmean la espalda y no te dan nada", arguye.

La gresca que el pasado martes terminó con cuatro internos del pabellón 1 heridos -uno con una herida en la arteria femoral, otro con una puñalada en el tórax, el tercero con un lesión importante en un ojo y el cuarto con cortes en el cuerpo-, parece ratificar los dichos de los presos.

A pesar de ser una prisión para condenados, la crisis carcelaria convirtió a Coronda en una unidad en la que conviven presos con sentencia firme y procesados. Todos coinciden en la prisión que el máximo elemento de conflicto entre presos es la rivalidad entre rosarinos y santafesinos. "Los dividimos por jurisdicción porque es uno de los elementos de conflicto por códigos o por otras cuestiones. Los internos del sur siempre tienen problemas con los del norte", explica el alcaide mayor Oscar Mansilla, quien desde julio del año pasado es el director de la unidad.

"Esa pelea es muy fuerte porque se perdieron los valores que había años atrás en la unidad. «Soy de Rosario y vos no servís porque sos de Santa Fe», se dicen. Particularmente, como soy cordobés, siempre trato de mantener una línea de diálogo con las dos partes, como si fuera una nacionalidad. Tuve compañeros de ranchada -que son los que se comparte el mate, los momentos de ocio y la comida- y uno era de Rosario y el otro de Santa Fe en el mismo rancho y no había problemas", explica el interno Priotti, quien disfruta de un régimen de salidas temporarias desde junio del año pasado.

Al transitar por los pasillos impera el olor a creolina. La tensión aumenta o decrece de acuerdo al pabellón al que se llega. Se pasa rápidamente desde el "Que Dios te bendiga" -que caracteriza a los evangélicos- al grito de "viejita sacame una foto". Los presos coinciden que las muertes dentro del cordón de seguridad de la prisión suceden "por la falta de códigos" entre ellos. "Los códigos se perdieron en todos lados, y acá también", comenta Daniel "el perro" Barrios, quien está en la unidad desde hace 11 años y deberá permanecer otros 8. Barrios es el referente del pabellón 6, el de "los hermanitos" como llaman a los evangélicos. Allí lo llaman "pastor".

Paralelo al crecimiento de la población desde los 90, aparecieron con fuerza en todas las cárceles del país los movimientos evangélicos. "Buen, día, dios te bendiga", se escucha al ingresar al pabellón 6, la base de los evangélicos en Coronda, que ganan espacio en la prisión escuchando y brindando contención a los presos a través de la religión. Los escépticos dicen que "el 70 por ciento de los que están en el pabellón 6, son internos que tenían graves problemas de convivencia. ¿Alcanza con tomar una Biblia para cambiar? Para el Servicio se ve que sí", comentaba un agnóstico interno.

La desconfianza se centra en que "muchos pesados" se suman para "hacer conducta" y lograr beneficios internos. "Los presos hacen cualquier cosa por mejorar su condición de detención. Si a un hincha de Newell's le decís que si se pone la camiseta de Central la va a pasar mejor con el tiempo lo va hacer", sentenció una fuente del SP en el penal. Si bien han perdido peso en otras unidades con la caída del "dos por uno" y las leyes Blumberg que obstaculizan las excarcelaciones, las libertades condicionales y las salidas temporarias, en Coronda hay cerca de 500 evangélicos. Y controlan además del pabellón 6, el 8, el 10 y el 5 Norte. "Y ahora también estamos en el 4", asegura Barrios, al que antes de convertirse le decían "el perro". Barrios asegura que en la prisión de Las Flores predominan en un pabellón y medio y tienen "misioneros" en la Unidad 3 de Rosario.

La ruptura de los códigos es un lugar común al hablar de delito a ambos lados de las rejas. "Este es el centro de todos los males y los problemas que la sociedad no resuelve los encontramos acá", explica el interno Priotti, quien estuvo preso en cuatro provincias. "Los códigos que se tenían antes se perdieron. Yo ingresé por primera vez a una cárcel en el año 85. Y eran otros los códigos. Hace 20 años había otra formación acá adentro y la edad promedio era de 35 años. Hoy es de 21 años y los pibes llegan con delitos mucho más graves que antes", comenta.

Priotti deja entrever que el delincuente "a la antigua" planificaba más sus golpes y sabía a que se exponía. Hoy la delincuencia es más improvisada. "Hoy llegan a Coronda con una tenencia de arma de guerra, resistencia, homicidio doblemente calificado, que son causas por las que te pueden dar muchos años. No conocen cuál es la pena que les corresponde por ese delito. Y un buen día se encuentran en la cárcel diciendo una y otra vez: «Toda mi vida me voy a pasar acá»".
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Un interno del pabellón 6 de evangélicos.

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