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 miércoles, 26 de enero de 2005  
Recuerdos de la chica que sobrevivió al accidente de Francia y Pellegrini
"Ella me salvó la vida y se me fue"
Melisa Milano afirma que su amiga Graciela Baumberger murió evitando que ella corriera la misma suerte

Leo Graciarena / La Capital

"Ella me empujó, me salvó la vida y se me fue". Melisa Milano nació de nuevo el domingo a la madrugada en el cruce de las avenidas Francia y Pellegrini. Graciela Baumberger, su amiga de 45 años, que murió arrollada por la camioneta que las embistió al girar indebidamente a la izquierda, fue quien la salvó. "Me empujó. Es lo último que recuerdo. Después me caí y no recuerdo más nada. Quedé medio boleada y lo único que quería era que llamaran a mi familia. Pero me tiró hacia adelante como si hubiera sabido lo que iba a pasar", explica esta muchacha de 19 años. Por el incidente Rubén Darío Dunlos está detenido en una celda de la seccional 6ª a la espera que el juez Juan José Alarcón resuelva su situación.

Con las huellas del accidente marcadas sobre la piel, Melisa habla del hecho que le cambió la vida en la oficina de su abogado. "El golpe más importante lo tuve en la pierna izquierda y en la frente", explica Melisa. Antes de comenzar la charla aclara: "Del accidente no me acuerdo nada".

El domingo a las 5.30, Melisa y Graciela volvían de bailar en Década, el boliche del Patio de la Madera. "La pasamos bárbaro y nos volvimos antes porque tenía que trabajar. Salimos del boliche y como nunca, quise tomar un taxi, porque siempre me retan porque camino mucho. Empezamos a caminar y cuando llegamos a calle Mendoza dijimos «vamos a seguir caminando»", describe Melisa. "Veníamos hablando lo más tranquilas... Todo pasó en un segundo". Melisa volvía a su casa de 24 de Septiembre al 3000 a pocas cuadras de la casa de Graciela, pero no pudieron llegar.

Cuando Melisa habla de su "madre-amiga", se le ilumina la mirada y el presente se entremezcla con el pasado. "Tengo mucha bronca y todavía no caigo. No sé que va a pasar cuando eso ocurra", explica con lágrimas que le rozan los pómulos. La angustia le gana la pulseada al pensar en el domingo que no fue. "Ella tenía que vender helados. La idea era volver a las 8 de la noche, buscar a una amiga y de ahí ir a la plaza Carlos Casado a charlar o a comer una pizza. Y a las 11 de la noche me volvía a mi casa porque ella iba a buscar a su nena que estaba con el padre".

En mayo Melisa cumplirá los 20, es de tauro y "bostera a morir". Intenta terminar el secundario en el Eempa Juan Manuel de Rosas de Francia y La Paz, aunque comenta que se quedó de año. La melancolía le roza el corazón cuando piensa en su amiga. "Era una buena mina. Siempre me decía que yo era la hija. La conocí en el Eempa hace dos años", comenta.

"Ibamos a Década porque es el lugar donde se juntan todos los pibes del Eempa", confiesa Melisa antes de aclarar que no lo hacían regularmente "porque ella era rehumilde". La joven recuerda: "Justo ese sábado nos encontramos con un compañero que había dejado la escuela a mitad de año. Estábamos contentas porque nunca pensamos que lo íbamos a encontrar ahí. Pero ella se quería volver. Ese día había trabajado y no había dormido nada".

Graciela tenía 45 años -dos más que Liliana, mamá de Melisa- y cinco hijos de 21, 20, 19, 13 y 8 años. "Estaba desocupada y se la rebuscaba vendiendo helados casa por casa los viernes, sábados y domingos. Yo le decía mamis", dice la sobreviviente del accidente del domingo.
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Para Melissa su amiga Graciela era como su mamá.

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